5. Alphagine
ALONSO.—¿Ocho millones y medio? —Repite Regina, llevando una mano al puente de su nariz. En la otra sostiene un vaso de cristal.
—Es la cifra que falta, Madam —afirma el contador del equipo A.
No muy feliz, nuestra clienta hace una seña a Camila, quien toma notas. Cowan está ausente.
—Háblame de ASysture —mira a Brad quien se levanta para explicar la dispositiva.
En la sala de juntas está el señor Turner; Jorge, jefe del equipo A con un asistente y su contador, Brad como jefe del equipo B, nuestro contador calvo y yo, ocupando el puesto de Susan como asistente... Gracias a la petición de la italiana.
—¿Alguna idea de a dónde desviaron ese dinero? —pregunta Regina con los ojos cerrados. Las noticias no son muy alentadoras.
—Se esmeraron en no dejar huellas —dice Gregory—. Pensar en recuperarlo es... Para cuando descubramos el destino, ya lo habrán lavado. Nos estamos concentrando en reparar los daños.
—Existe la posibilidad de recuperar una parte —comenta Jorge, viendo a Gregory, quien lo fulmina con la mirada—. Lo intentaremos —ve a Regina.
—No lo intenten —la italiana estampa su palma en la mesa—. Consíganlo. No quiero verme comprometida de gravedad. La SEC no se anda con juegos.
—Lo sabemos —Jorge es paciente, amable—. Está claro que hubo una doble contabilidad, Madam, debe pensar en quienes tuvieron acceso a toda esa información. Alguna conversación personal, algo. Tenemos dos conclusiones. El autor es un hacker excepcional o... alguien de su confianza
Regina suelta una risa gélida.
—Confío en pocos. Soy bastante cuidadosa en ese aspecto. Sé de sobra que la lealtad en estos medios se compra a precio de gallina flaca —sacude la mano libre, en la otra sujeta un vaso de whisky—. Quitando al Espíritu Santo, cualquiera pudo ser.
—¿Ya tiene las declaraciones juradas de los jefes que fueron arrestados? —indaga Brad.
—No. Lo último que me informó mi abogado es que se niegan a hablar, aun sintiendo el peso de años en prisión o demandas para mitigar los daños causados.
—Las respuestas a los interrogatorios son las piezas que nos faltan —acoto y, tristemente, solo me mira el señor Turner.
No permito que mis hombros caigan
—Estamos preparando un nuevo sistema de seguridad. Este guarda registro de acceso. Necesitamos una lista de los empleados que tuvieron acceso al anterior y los que manipularán el actual. No importa que sea personal recién llegado. —menciona Gregory y en la pantalla aparece un adelanto de las funciones.
La puerta se abre y entra un tipo algo desgarbado y con el cabello recogido en una coleta. Expresión ilegible, traje caro y zapatos brillantes. Después de nuestra clienta, es el segundo en esta sala que su aspecto grita: me limpio el culo con billetes de baja denominación.
—Buenos días —mira a Regina fijamente—. Me quedé atascado en...
—No quiero escuchar excusas —masculla ella—. Mi asesor. Roche Dagger —nos dice y me cuesta disimular las ganas de reírme. Lo que provoca que Gregory me lance cuchillos ópticos.
Trago saliva y adopto un gesto serio sin que deje de parecerme tonto ¿Quién se llama hoy en día así?
El tipo coloca su maletín Hermés en la mesa. Las bolsas oscuras bajo sus ojos es lo que más llama la atención en su rostro. Saca varios documentos y después de intercambiar palabras con mis compañeros, empieza a dar orientaciones sobre medidas de recuperación. Trae consigo propuestas de nuevas inversiones. El señor Turner aconseja revisar exhaustivamente las finanzas antes de cerrar algún trato.
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Escabrosa Penumbra ©
RomanceEscabrosa Penumbra Bilogía Reina Tomo I Para Regina Azzarelli, el mundo es su tablero de juegos. Una inversionista poderosa, arrogante y fría. Una fiera con un flamante estilo de vida que le permite una convivencia relativamente "estable" con los d...