33. Intossicazione.
REGINA.
Todos me saludan con respeto en Réflecteur, desde el portero hasta los jefes de cada departamento. El lugar está decorado en diferentes tonos claros, sobre todo en blanco permitiendo que en las paredes resalten los cuadros de accesorios, piezas de ropa, retratos de modelos y personas influyentes de la industria.
Me detengo unos segundos. La pared del fondo está cubierta en su totalidad por cinco fotografías, todas en blanco y negro, menos la perfección del centro, pues mis ojos mantienen su color y mis labios rojos son los protagonistas que se roban la atención.
Mi sonrisa desaparece al tiempo que un avioncito de papel se estampa en la frente de mi retrato. Che diavoli? Tengo que bajarme las gafas oscuras hasta mi tabique para comprobar la escena delante de mí. Una mocosa está corriendo de un lado a otro jugando con los benditos avioncitos, y arroja uno en dirección a... ¡Otro mocoso! que yace recostado en un sofá con cara de mareo. Sus mejillas regordetas no tienen color. Solo falta que vomite sobre la alfombra egipcia.
«¿Y esta plaga de dónde salió?».
Mi cara es atacada de nuevo.
—¡Oye, tú! —La mocosa voltea— Sí, tú. ¡Fuera!, shu, shu, aléjate de ahí —agito mis manos en su dirección.
—La foto es horrenda —ríe. Mis hombros saltan con cada avioncito que le arroja.
—No sabes lo que dices.
—Soy la mejor de mi clase —anuncia con orgullo y arroja ahora una bola de papel.
—Lee entonces que esa foto fue tomada en Milán durante la semana de la moda. —Señalo la esquina inferior, al lado de mi firma ampliada.
Se encoge de hombros con indiferencia
—Sigue siendo fea.
—No lo es —defiendo.
—Sí lo es.
—No.
—Sí.
—Que no. —Llevo mis manos a la cintura y alzo la barbilla.
—Que sí. —Imita mi gesto—. No es una princesa.
—Obvio. —Sonrío presuntuosa—. Es una reina.
—¡No tiene corona! —Zapatea—. La realeza viste de colores bonitos mientras que el negro es para brujas y las brujas son feas.
¿Quiere pelea?
—¿Me estás diciendo que yo te parezco fea?
Doy un paso al frente mostrándome amenazante. Poco falta para que salga humo de mis oídos. Se me queda viendo y luego a la fotografía, vuelve a verme y sale disparada al mostrador de, ahora me doy cuenta, una asistente nueva, emitiendo un chillido que por poco me revienta los tímpanos y, hace que el otro mocoso suelte un quejido.
—¡Es Morgana!
Retomo mi ruta llevándome las manos a las orejas y los ojos cerrados con fuerza.
—¡Haz que se calle! Que no vuelva a tocar el retrato, la pared. ¡Que no toque nada! —bramo a una atónita joven de cabello castaño oscuro.
La chica hace malabares con la mocosa aferrada a su pierna como una garrapata, mientras intenta descolgar los teléfonos que no paran de sonar.
—¡Espere! —Me llama sosteniendo un teléfono con el hombro—. Oiga, ¡no puede entrar así! ¿Quién es usted?
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Escabrosa Penumbra ©
RomanceEscabrosa Penumbra Bilogía Reina Tomo I Para Regina Azzarelli, el mundo es su tablero de juegos. Una inversionista poderosa, arrogante y fría. Una fiera con un flamante estilo de vida que le permite una convivencia relativamente "estable" con los d...