11. La aceituna de la discordia.
ALONSO¿Cuatro o seis?
No.
Fueron ocho, creo, ¿cuántas copas habrá bebido antes? Me pregunto por millonésima vez. Porque, a mi pesar, me cuesta creer que la misma mujer que por poco hace que me despidan, esa diosa, estuviese sonriendo y, más irreal aún, flirteando conmigo.
Conmigo.
¿Por qué yo de todos los ricachones que estaban allí? Es que... es raro. No soy tonto. Regina quería... Mi piel se eriza de cabeza a pies. ¿Tanto le gustó el arreglo del paisaje? ¿La canción? ¿Escuchará jazz? Me gustaría conocer sus gustos musicales. Todos. Quiero saber más sobre ella. Sus pasiones y temores, más acerca de... ¿Qué rayos? No. No. No. A mí no me interesa esa información y ella no querrá decirme.
¿Quién soy yo para preguntar?
«Hoy estaba achispada. Sí. Era eso. Las mujeres insinúan cosas pecaminosas con alcohol en la sangre»
En el momento que dos guisantes impactan en mi frente, me doy cuenta de que mis tres hermanos me están viendo fijamente. A pesar de que hace dos horas llegué a la casa de mis padres, no he podido dejar de darle vueltas a todo dentro de mi cabeza.
—Te he dicho que me pasaras la ensalada, no el pan —Natasha me mira con confusión—. ¿Por qué estás tan distraído?
Espabilo y le paso lo que me pide. Estoy sentado entre Nathaniel y Lena. Del lado opuesto está Natasha junto a mis sobrinos. Mis padres están en cada extremo de la mesa. Las cenas familiares son divertidas. Un poco ruidosas y escandalosas, pero sobre todo con muchas risas y, afortunadamente, mi padre solo se ha limitado a ser un observador.
Un movimiento brusco me distrae. Con un leve movimiento de cabeza logro esquivar una aceituna voladora. Miro a Sofía. Su mirada angelical haría que a cualquiera le costase creer que fue ella quien hizo el atentado.
—¿Qué te pasa? —me susurra Lena, apuntando con un tenedor a nuestra sobrina.
—Nada.
—No ignores la pregunta —ahora me apunta a mí—. ¿No te fue bien?
—Me fue bien —respondo mirando de reojo a mi padre—. Muy bien.
—Menos mal —me muestra una foto mía con el saxofón en su teléfono ¿cuándo la tomó?—. Ya inicié mi trabajo como tu futura manager y les dije a mis amigas que pronto serás famoso, desde entonces no han dejado de preguntar cuando irás a la residencia. En poco tiempo tendrás que contratar guardaespaldas para quitarte a las fans de encima —sube y baja las cejas—. Lo tengo todo previsto.
—Suena genial —murmuro, pensativo.
Mi mente está en la fantasía de hologramas con Madam Azzarelli.
Milena Chasquea la lengua.
—Insisto en que estás muy callado.
—No lo presiones —le riñe Nathaniel— con tus llamadas le arruinaste el polvo.
«Dios»
De camino aquí le hablé de mi presentación y parte de mi encuentro con la italiana. En todo momento creyó que exageraba o que estaba inventando detalles. Más a mi favor. ¿Qué hacía una reina conversando con un plebeyo?
En la vida real, mujeres de su tipo, diosas multimillonarias, nunca se fijan en hombres como yo, músicos pobretones.
—¿Estabas con una chica? —la mandíbula de mi hermanita cae.
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Escabrosa Penumbra ©
Lãng mạnEscabrosa Penumbra Bilogía Reina Tomo I Para Regina Azzarelli, el mundo es su tablero de juegos. Una inversionista poderosa, arrogante y fría. Una fiera con un flamante estilo de vida que le permite una convivencia relativamente "estable" con los d...