27.Confusión y rebeldía.

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27. Confusión y rebeldía.


ALONSO

Mi equipo está en un punto muerto.

El estancamiento que al principio creímos que solo duraría unos días, se convirtió en dos semanas para ser exacto. Investigamos a Paul Archer y Zack Malone hasta en sus calzones sucios. No encontramos nada. Luther estuvo ocupado con su propio trabajo así que tampoco ha tenido avances considerables.

El caso en la corte está basado en un tira y afloja por parte de ambas mujeres. Inés Lacroix es temiblemente brutal pero Regina Azzarelli no se queda atrás, despiadada y astuta, logró dilatar las audiencias. Mientras no se presenten las pruebas necesarias, aún hay tiempo antes de que el juez dé la orden de un juicio.

Y, hablando de la italiana, ella finge de maravilla eso de "no te conozco, si te he visto no me acuerdo" en todas las pocas veces que hemos coincidido en la recepción, reuniones generales o el elevador. Sin embargo, acordamos por mensaje que, cuando ambos salimos muy tarde de la torre, la espere a una cuadra para que me lleve a casa. Incluso en oportunidades que nuestros horarios no coinciden envía a un pingüino por mí. ¿Madam Azzarelli siendo amable? Al principio me costó asimilarlo. Se ha mostrado muy insistente en eso de que no debo andar tan entrada la noche en la calle y solo.

No. No es lo que creen.

Hay veces en las que ni nos dirigimos la palabra en el trayecto. Aunque, reflexiono, nuestros silencios y miradas dicen muchísimo más, como justo ahora, en una reunión de avances con el señor Turner, nuestras miradas se cruzan varias veces. Unas más inocentes que otras; pues, ella usa un vestido que es tortura y alivio para la vista, mientras que yo, como buen seguidor de las reglas, vine de traje completo.

—El otro día me encontré con Camila en el elevador —le digo camino a su oficina—. Llevaba una bandeja con una curiosa variedad de chocolate.

Frente a mis compañeros sigo siendo un intermediario secundario con la clienta, así que no es extraño que nos vean "conversar" siempre y cuando mantengamos la compostura profesional.

—Bien por ella y el sobrepeso —contesta con seriedad.

—¿No era para ti?

—El gimnasio no hace milagros si comes como una cerda. —Se detiene en el mostrador de su asistente y firma un par de papeles.

Camila secunda a su jefa con un asentimiento.

Las tonificadas piernas de Regina y su duro abdomen demuestran lo mucho que se cuida, aun así, una excepción de vez en cuando no le hace daño a nadie.

—Es una lástima. Hoypreparé postre

—Dáselo a Camila.

La asistente nos mira sin comprender.

—¿Qué es? —me pregunta la chica soltando una tablet.

—Brownie relleno con doble capa de crema.

—Oh, lo acepto encanta...

—Entra, Roswaltt —ordena Regina, debido a su posición sólo yo puedo ver su gesto de exasperación—. Pídete lo que quieras de la pastelería y cárgalo a mi cuenta —le dice a Camila, quien no sale del desconcierto. Cierro la puerta a mis espaldas—. ¿Qué demonios? ¿Por qué ibas a darle mi brownie?

Entorna los ojos y cruza los brazos.

—Cumplía sus órdenes. —Sonrío levantando mis manos.

—Los brownies son algo nuestro y más te vale no ir repartiéndolos en mi edificio. Te lo prohíbo, Alonso Roswaltt. —Me señala mientras retrocede hasta sentarse en el borde de su escritorio—. ¿Quedó claro?

Escabrosa Penumbra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora