50. Nerón.

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50. Nerón

ALONSO

Los sonidos de impactos, golpes y cráneos rompiéndose se escuchan con claridad en el pasillo incluso cuando cierro la puerta.

Una sonrisa de orgullo se apodera de mi rostro. Níkolas se lo está poniendo difícil a Luther en Mortal Kombat aplicando mis enseñanzas.

Sigo la voz de Sofía hasta terminar en la cocina de mi amigo. Me detengo en el umbral y ladeo la cabeza. Está de pie sobre un banco de la isla, usando su pijama disfraz de unicornio que le regaló Milena en navidad. En frente, tiene un plato de waffles, y varias tazas con helado, chocolate, crema de maní, queso, chispas, galletas y no sé qué más porque no alcanzo a ver desde aquí. Está haciendo una torre con los waffles e intercala entre cada uno algo de las tazas.

—¡Tío! —grita apenas me ve.

—¿Y tu madre?

No veo a Natasha por ningún lado.

—Hablando por teléfono. —Señala el balcón—. Ven a probar.

—¿Qué haces, princesa? —Me acerco, le hago cosquillas y la siento en el banco. No quiero que se caiga.

—¡Arte comestible!

Dibuja una carita feliz con pepperoni sobre un waffle, cubierto de crema chantilly y salsa de tomate. Me lo ofrece con una enorme sonrisa.

Desde que vio Ratatouille, no deja de repetir que quiere crear nuevas recetas. No me gusta desilusionarla.

—Sofí, estos ingredientes no son compatibles —explico.

—¿No está rico? —Hace un puchero.

—¿Ya lo probaste tú?

Niega muy rápido. Dejo que ella misma lo pruebe y pone una mueca.

Eww. Sabe feo —Se desanima y mira triste su torre.

—Cocinar está bien y querer experimentar es genial. —Comienzo a recoger los ingredientes—. Voy de salida. Cuando vuelva, podemos preparar algo juntos. Espera a que tu madre o yo estemos contigo para experimentar. La meta es preparar arte comestible, no que la comida termine en la basura ¿verdad?

—Tirar comida está mal. —Me ayuda a limpiar—, hay muchos niños sufriendo en África.

—Aquí en Chicago también.

Terminamos de recoger. En la mesa coloco mi mochila y comienzo a guardar los tupper de la nevera. Aprovecho y le sirvo una porción de brownie y le muestro algunos aderezos compatibles. Me escucha atenta. Su principal motivación para aprender es poder prepararse postres para satisfacer sus antojos.

—Sí... muchas gracias... estamos en contacto.... —Escucho la voz de Natasha.

Cuelga el móvil. Sus ojos brillan y la sonrisa no le cabe en el rostro.

—¿Los del condominio residencial? —pregunto, acercándome.

Asiente repetidas veces.

—Quieren reunirse conmigo la próxima semana. Una llamada de mi jefa y tu referencia los convenció de inmediato. —Casi salta en su lugar—. Está a buen precio. Los niños tendrán sus propias habitaciones y me queda a tres calles de Réflecteur.

Curtis me consiguió el número de un condominio residencial bastante accesible construido y administrado por Kraptio. Nat quiso hacerlo todo independiente de las influencias de papá.

—¿Podré pintar mi habitación de morado? —Inquiere Sofía con emoción.

—Aún no es seguro, Sofí. —Natasha la coge en brazos y besa su mejilla—. Pero si lo conseguimos, pintaremos tu habitación de morado.

Escabrosa Penumbra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora