Ankor
—¡Su majestad, la reina ha escapado! —Veo que Duret entra en mi despacho y dejo de revisar los papeles de mi escritorio.
—¿Qué?
—Siento interrumpirlo, luego de que nos liberamos del enemigo, la celebración y ahora esto. Es muy tarde, pero hay que reunirnos en la sala del trono para decidir.
«Serenity se fue». Repite mi mente.
—Se fue —reitero ahora en voz alta.
—¿Su majestad?
Niega moviendo la cabeza.
—Sí, ya voy.
Una vez en la sala del trono, los consejeros murmuran y yo me mantengo callado en mi asiento.
«Serenity se fue».
—Su majestad —me llama un consejero—. ¿Oyó lo que le dijimos?
—¿Eh? Sí.
—¿Qué haremos con Zionitt? Aún no se ha enterado lo de su hermano.
—¿Lo de su hermano? —digo confundido.
—Sí, huyeron juntos, seguro tenían un romance —acota Duret con esa mala lengua que tiene, una llena de veneno.
Como esos consejeros.
—Así que Serenity escapó con Alisther —murmuro.
—Hay que cazarlos y matarlos.
—No, primero hay que pensar en los herederos —expresa un consejero—. Ahora que estamos de festejo es perfecto para buscarle una nueva esposa al rey y que nadie se entere de la huida de la reina.
—Podemos decir que murió —acota otro.
—Cállense —digo a lo bajo.
—¿Disculpe?
—¡¡Qué se callen!! —grito levantándome de mi trono y todos se paralizan—. He tomado una decisión.
—¿Y cuál es? Si se puede saber —expresa Duret molesto.
—Que los relevo a todos de sus cargos, mañana mismo serán sustituidos, busquen sus remplazos.
—Su... su majestad.
—¡Piense en el pueblo! —exige un consejero.
—Lo hago. —Me vuelvo a sentar—. Dictamino mi elección y mi elección es con mi gente, no voy a pensar en otra cosa más, por lo tanto ustedes tampoco, retírense.
Se van todo a regañadientes y le hago una señal a un guarda para que me conceda un favor. Segundos después, Ethir entra a la sala del trono, entonces el guardia cierra las puertas dejándonos solos.
—¿Me llamaste? —dice nervioso.
Me levanto de mi trono y me acerco hasta él, apoyo mis manos en sus hombros, acto seguido suspiro.
—Ethir, te voy a enviar lejos —le aclaro.
—¿Qué? —Abre los ojos en grande y retrocede, apartándose de mí.
—Serenity se fue buscando su vida, deberías irte a buscar la tuya.
—Pero... —Baja la vista triste—. ¿Y tú?
—Mi vida está con mi pueblo, me necesitan, y este no podría aceptar nada entre nosotros, por eso un rey a veces debe hacer sacrificios, espero que entiendas.
—Entiendo.
—Gracias. —Me le acerco de nuevo, tomo su barbilla y le doy un leve beso—. Se feliz, Ethir, yo también lo seré a mi modo.
Igual que Serenity, tomando mi propia decisión.
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Belleza de las Tinieblas #4
FantasyYa no hay respuestas, solo un dios de las tinieblas, dispuesto a todo. Recuerda respirar, porque puede ser la última vez que lo hagas. *Por Viviana Valeria V. Saga Bellezas, libro #4