Jaelyne
Me siento mal, no puedo dormir. Me muevo en la cama que me proporciono el curandero, sin saber qué hacer. El revoltijo en mi estómago y el asco que siento son insoportables. Ya no tengo idea de cómo calmarlos.
Me levanto de la silla y tomo un poco de agua, que me sirvo de la jarra a un pequeño vaso, los cuales estaban en una mesita, cerca de la ventana, la cual me quedo observando.
—Hermoso, ¿no? —Oigo y me sobresalto.
Me giro rápido.
—Morket.
—¿Cómo te sientes? —Da unos pasos hacia mí.
—No ¿Cómo es que estás aquí?
—Es que no lo estoy.
—Ah, ¿no? —Enarco una ceja.
—Estoy en tu mente, he expandido el inframundo, así que puedo hacerlo, pronto Aeistian será mío.
—¿Por qué? ¿Para qué?
—Lo mío es tuyo y lo tuyo es mío. —Me toma de la cintura y percibo sus dedos.
—Si eres una ilusión, ¿por qué te siento?
Sonríe de lado.
—¿No vas a preguntarme por qué estoy aquí?
—¿No lo respondiste ya?
Apoya su frente en la mía.
—Me preocupo por ti —confiesa.
Pongo mis manos en sus torso para empujarlo, pero no puedo, es muy fuerte, sin contar que estoy débil.
—No me importa.
—¿Te duele algo? —pregunta.
—¿Eh? —Reacciono dándome cuenta que no.
—Solo calmo tu pesar, no soy tu enemigo, Desierto.
—¿Eh? —Observo que no estoy en la habitación del sanador, es un enorme salón.
—¿Bailamos?
Miro hacia abajo y tengo un vestido.
—Esto se está volviendo extraño —opino y se ríe.
Su mano continúa en mi cintura y la otra sostiene la mía, comenzamos a movernos cuando el son de la música empieza a sonar.
—Nada es extraño cuando estamos juntos —contesta.
—Yo no bailo —digo aunque no me puedo soltar, así que le tengo que seguir los pasos para no caerme.
—Lo haces muy bien.
—¡Me obligas y no sé ni dónde estoy! —grito avergonzada.
—Ya te dije, estamos en tu mente.
—O sea que me haces parecer una loca, así que si alguien me ve, me verán bailando sola.
Se ríe.
—Tranquila, estás durmiendo.
—¿Controlas los sueños? —Enarco una ceja.
—Para nada, ese es mi hermano, ya te lo dije, solo entre a tu mente. Te vi sufriendo, entonces quise ayudarte. No puedo controlar tus sueños, pero puedo estar en ellos y curar tu dolor.
—¿Para qué?
—¿Todavía no me crees? Yo te amo.
—Lo siento, pero yo solo amo a Kael, agradezco tu preocupación, pero no me interesa.
—Yo soy Kael.
—Error, estás en el cuerpo de Kael.
Se ríe otra vez.
—Cierto, quería ver si caías —expresa orgulloso de su comentario.
Enarco una ceja.
—Pues hubieras usado al menos su rostro para engañarme mejor.
Se carcajea, ya que aumenta su risa.
—Eres tan divertida, por eso te amo.
—Ya que te tengo que aguantar, ¿sabes la razón de por qué me está pasando esto? —Observo a las paredes, viendo las ramas negras crecer—. Todo muy lindo el poder, pero no lo comprendo.
Se me acerca al oído y se me eriza la piel, ya que me susurra.
—La respuesta la tienes tú.
Abro los ojos saliendo del sueño, estoy en la cama y veo las ramas negras moverse en el techo.
Ya no me duele nada. Toco mi vientre. Necesito hablar con Ankor. Es hora de que me muestre lo que le pedí.
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Belleza de las Tinieblas #4
FantasiYa no hay respuestas, solo un dios de las tinieblas, dispuesto a todo. Recuerda respirar, porque puede ser la última vez que lo hagas. *Por Viviana Valeria V. Saga Bellezas, libro #4