Irina
Yo debo ser la mujer más estúpida del mundo. Sí, mi optimismo se ha ido por los suelos hace mucho tiempo. Culpa de las circunstancias que me han ocurrido últimamente, una de estas, el ataque contra mi integridad física, mi honra, por un extraño ritual. Lo que me lleva a la razón de tratarme de tonta, ya que estoy siguiendo al que ocasionó ese rito.
—¿Esta es la sala del trono? —Miro el lugar mientras avanzo detrás de él.
Morket se detiene, así que yo hago lo mismo, poniéndome a su lado, y lo observo, así que veo su sonrisa.
—Podría decirse, pero es más un lugar de trabajo.
—¿Y no estás trabajando ahora? —pregunto incrédula.
Se carcajea.
—Siempre estoy trabajando. —Avanza, sube los escalones y se sienta en el trono—. ¿Quieres que te cuente una historia?
—Em, no sé, debería irme.
—¿Y por qué no lo has hecho? —Su mirada está impregnada en mí, no deja de observarme ni un segundo.
—Es que...
—Ven aquí. —Da dos palmadas en su pierna.
Me sonrojo.
—Eso es inapropiado.
Se ríe.
—Está bien, te lo contaré desde ahí. —Se pone cómodo y procede a narrar—: Había una vez un dios del inframundo, que estaba muy pero muy triste, se sentía solo, así que su hermana mayor convenció a su hermano menor para que lo visitarán y le hicieran un regalo. Un poco de desierto, uno de océano y también un poquito de cielo, así se crearon tres Bellezas. El dios de las tinieblas estaba muy feliz, ya no estaría solo, listo, final feliz.
—Oh, entiendo. —Me quedo atónita.
—Ah pero hay segunda parte. —Me sobresalto cuando aparece delante de mí—. Con permiso, lo prefiero así. —Me agarra de la cintura y como si fuera una ráfaga de viento, vuelve a estar en el trono, pero conmigo sentada sobre él—. ¿En dónde me quedé? —Toca mi mejilla.
—¿Qué... ¿Qué hay segunda parte? —Intento levantarme pero sus manos en mi cintura siguen sin dejarme ir—. Esto es algo indecoroso, no haga eso.
—La segunda parte es triste —aclara ignorando mis pedidos y no me queda otra que quedarme quieta—. El dios ya no estaba solo, pero sus mujeres empezaban a plantearse cosas, Desierto quería más poder, Océano deseaba libertad y la hermosa Cielo —Toca mi barbilla—, ella era especial, muy especial. —Se acerca a mi rostro, pero muevo la cara.
—No haga eso —le pido.
—Entonces el dios empezó a cumplir los caprichos de Desierto y a intentar convencer a Océano de no huir. —Continúa con su historia—. Lo que puso celosa y triste a Cielo, ella quería la atención de su amor también, pero él no se había dado cuenta, así que ella decidió alejarse, lo que hizo que se volviera más cercana a Océano, ambas se hicieron muy amigas.
—¿Rebecca y yo?
—Exacto, entonces Desierto hirvió de ira, estaba molesta, tenía mucha envidia, odiaba que Océano deseará irse y que tuviera lo que ella no tenía, amistad.
—Parece que la Jacky de antes era muy negativa —opino.
Se ríe.
—Yo la llamaría ambiosa. —Acaricia mi mejilla—. Estaba tan interesada en el poder que a mis espaldas había creado Aeistian, Océano la descubrió y por alguna extraña razón que desconozco la dejó huir a ese mundo, aunque con una maldición. Ahí entras tú en la historia. —Me da un toquecito en la nariz—. Huiste con ella, algo que desconcertó a Desierto, así que las siguió y todo cambió a partir de allí ¿Ves porque eres especial?
—No entiendo, ¿por qué me cuentas esto? —digo confundida.
—Te presto atención, Cielo. —Su nariz roza con la mía—. No estoy persiguiendo a Océano, ni cumpliendo los caprichos de Desierto, intento recuperar tiempo perdido, cumplo mis promesas.
—Pero yo no te recuerdo así que...
—¿No lo oyes?
—¿Eh? —digo confundida.
—Es tu corazón bombeando rápido.
Me sonrojo.
—Eso es porque estoy nerviosa, me encuentro sentada de forma inapropiada sobre un desconocido —explico.
Hace una risita pero no aparta la cercanía de su rostro con el mío.
—Creo que debes prestar más atención a tus sensaciones, puede que tu memoria no me recuerde, pero tu alma sí —susurra en mi oído y la piel se me eriza—. Eres preciosa, Cielo. —Me abraza.
—Eh... Señor de las Tinieblas, esto no está bien y... usted me mandó a hacer cosas horribles, así que se encuentra muy equivocado si piensa que puedo perdonarlo por eso.
—Cielo, yo no tengo la culpa de que mis seguidores hagan cosas tan repugnantes, además te dije que los mataría, aunque Fared me ahorró el trabajo.
—No quiero hablar de Fared y necesito bajar. —Pongo mis manos en sus hombros para empujar, pero es imposible alejarme—. Se lo pido —insisto y agrego—: Ya le dije que usted no está en la lista de pretendientes. —Toca mi pierna y me sobresalto—. ¡No haga eso!
—¿Y cómo entro en la lista? ¿Irina, verdad? —pregunta por mi nombre y me quedo quieta.
Acaricia mi cabello, tomando mi nuca, para hacerme retroceder y nuestros rostros queden a centímetros, ya que cuando me abrazaba tenía mi cabeza sobre su hombro.
Ahora siento que me ahogo por tener su cara tan cerca otra vez.
—Sí, sí —digo avergonzada—. Ese es mi nombre.
—Eres muy linda. Dime, Irina ¿Cómo me convierto en tu pretendiente? —consulta muy calmado.
—Eh, yo, no sé —respondo nerviosa.
—¿Amarte no es suficiente?
—Es que yo no siento nada por usted, señor Dios de las Tinieblas.
Se ríe.
—Llámame Morket.
—Bueno señor Morket, yo no lo amo.
Vuelve a reír.
—Señor suena a viejo, pero de acuerdo ¿Puedo preguntarte por Alisther? —consulta de repente y yo me confundo.
—¿Eh?
—Sí, te ibas a casar con él, pero no lo amabas.
—¡¿Tú qué sabes?! —digo sorprendida.
—Sé muchas cosas, así que siguiendo ese criterio, no necesariamente me tienes que amar, aunque un poco sí lo haces, por tu vida pasada.
—Eh, yo, no entiendo ¿A dónde quieres llegar?
—¿Por qué te casabas con Alisther si no lo amabas?
Bajo la vista avergonzada.
—Atacaron mi cuerpo, casi me quitan mi honra y Alisther me aceptaba igual a pesar de eso, así que decidí tomar la propuesta. Era una buena oportunidad para conseguir marido y cumplir mis sueños de tener una familia, que por esa fea situación del ritual, iba a ser casi imposible de conseguir —digo triste.
—Ya veo, las costumbres humanas son raras —opina—. Conclusión, si te casas con cualquiera estaría bien, así yo tranquilamente puedo ofrecerte eso.
—¡¿Eh?! —Me alarmo.
—Me casaré contigo y cumpliré todos tus sueños, te daré muchos hijos. Total Desierto no está aquí para impedirlo, además ni me recuerda, así que no se va a enterar.
—Eh, no, no. —Muevo las manos—. No hace falta.
Toma fuerte de mi cintura y me acerca más a su cuerpo, puedo sentir su respiración en mi rostro.
—Te haré el amor en nuestra noche de nupcias, será tan hermoso que olvidarás todos tus males y solo podrás pensar en mi nombre cada vez que te haga mía.
Mi cara se vuelve completamente roja y me quedo muda.
Ya no sé ni qué responder.
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Belleza de las Tinieblas #4
FantasiYa no hay respuestas, solo un dios de las tinieblas, dispuesto a todo. Recuerda respirar, porque puede ser la última vez que lo hagas. *Por Viviana Valeria V. Saga Bellezas, libro #4