Jaelyne
Levanto despacio el osito del suelo, tiene una nota, miro a la niña que me sonríe. Algo anda mal, algo anda muy mal. El muñeco se me cae y veo mis piernas, sangre se desliza por estas, mis ojos se abren en grande. Caigo de rodillas cuando el dolor en mi vientre crece en desmedida. Sin importar la mala sensación reviso donde estoy herida, entonces reacciono, es demasiado tarde.
La nota en el osito dice "muerte".
¿Mi bebé está muerto?
Debe ser una broma, una mentira.
Pero hay sangre.
Lágrimas caen de mis ojos, manchando todo mi rostro.
No es justo ¿Por qué?
¡¿Qué está pasando?!
—Desierto. —Oigo la voz de Morket y me estremezco.
Me levanto despacio del suelo, sin dejar de observar mis manos manchadas en sangre, estas tiemblan, me giro lento a mirar al Dios de las Tinieblas.
—Está muerto —susurro—. ¡¡Está muerto!! —grito y me agarro fuerte de la cabeza—. ¡Mi bebé está muerto!!
No sé qué ocurre, pero guardias que corren hacia acá empiezan a desmayarse, mi cabello cambia a negro de forma paulatina, mientras las paredes se rompen, pero esa es la arena del desierto, acercándose a Morket.
—¡¡Es tu culpa!! ¡¿Por qué no nos dejaste en paz?! ¡¡Lo arruinaste todo!! —grito enfurecida—. ¡¡Dile a tus amiguitos y siervos que dejen de meterse en mi vida!!
—Desierto —vuelve a llamarme mientras avanza.
Al dar casa paso, la arena rompe la pared, pero no logra darle.
—Cálmate —me pide.
—¡¿Quién es esa niña y por qué la mandaste a arruinarme?! —expreso frustrada y más lágrimas empapan mi rostro.
—¿Qué niña? —Me mira sin cambiar la expresión seria de su rostro.
Sigue avanzando.
—¡¡Devuélveme a mi bebé!! —Intento golpearlo cuando me abraza—. ¡¡Suéltame!! —Mis sollozos siguen en aumento.
—Lo haré —me contesta y me paralizo.
—¿Qué? —digo aturdida y mi cabello vuelve despacio a la normalidad.
—Que lo haré, puedo devolverte a tu bebé, soy el Dios de las Tinieblas, puedo traer de regreso a los muertos, pero tienes que venir conmigo.
—Mientes. —Lloro cubriéndome el rostro, mientras él me sigue abrazando.
—No llores, Desierto, me partes el corazón.
—Mientes, eres un ser despreciable, lastimas a todas estas personas y ahora a mí.
—Claro que no, ven conmigo y te lo demostraré.
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Belleza de las Tinieblas #4
FantasiYa no hay respuestas, solo un dios de las tinieblas, dispuesto a todo. Recuerda respirar, porque puede ser la última vez que lo hagas. *Por Viviana Valeria V. Saga Bellezas, libro #4