Fared
Irina sale de la sala del trono avergonzada, entonces la detengo tomándola del brazo.
—¿Se puede saber qué estás haciendo? —pregunto indignado.
—¿Q... ¿Qué? —Me mira sorprendida y puedo ver el rubor de sus mejillas.
—Escuché todo, pero lo que más molesta es que no hayas hecho nada.
—Bueno, sí, pero... si estabas ahí pudiste haber interferido, ¿no?
—¿Qué mierda puedo hacer yo contra el dios de las tinieblas? No digas bobadas, Irina. —Observo hacia un costado molesto—. Además no es como si hubieras estado gritando o algo, parecías pasarla bien.
—Bueno, no lo voy a negar, Morket es atractivo. —declara de repente y la vuelvo a mirar—. O sea se pasó un poco de la raya, pero no me dijo nada malo.
—Es el maldito dios del inframundo.
—¿Y? —Alza una ceja.
—Todo a su alrededor indica mala persona, sin contar que por su culpa casi te te violan.
—Eso no fue su culpa, ya me lo explicó.
La agarro de los hombros.
—Irina, por favor, presta atención a lo que digo.
Frunce el ceño.
—¿Por qué? Para tu información yo me puedo casar con quien quiera.
—Te ibas a casar con Alisther —le recuerdo.
Me empuja logrando apartarse.
—Bueno, quizás me gustan los chicos malos, no sé, Alisther es lindo pero no tiene esa adrenalina que me hace sentir en las nubes.
—Tú no estás pensando con la cabeza.
Sus mejillas vuelven a sonrojarse.
—Quizás, pero la elección es mía, no tienes derecho a decidir sobre mi vida, tú me rechazaste y si elijo mal es mi problema. —Se gira para irse, pero otra vez la detengo, tomándola de la mano, la tironeo y la atraigo hasta mi torso, termino agarrándola de la cintura—. Déjame, no te metas en mis asuntos.
Me acerco hasta su rostro y siento su respiración, hace un jadeo.
—Intento cumplir mi promesa, no te vas a casar con él —digo determinado.
Sus ojos se humedecen.
—Tu promesa me vale mierda.
La atraigo hasta mi boca y la beso, no tarda ni dos segundos en corresponderme. La empujo hacia la pared, entonces la sigo besando, no la dejo respirar. Nuestros labios juguetean frenéticos. Acaricio su pierna, así que termino levantándola. Es una deliciosa tentación, pero me freno. El aire caliente que sale de su boca me enciende. No dejo de apoyar mi frente sobre la suya mientras nos miramos.
—¿Ves que no piensan con la cabeza? —me burlo mientras mis dedos acarician su pierna alzada.
—Yo... —No sabe qué decir de lo avergonzada que está.
Tan linda.
Me relamo los labios, no lo pienso dos veces que la vuelvo a besar.
Ni sé lo que estoy haciendo, así no se convence a una persona para que cambie de decisión, sin contar que esto es aprovecharse.
Qué triste.
No hay día en que no me decepcione de mí.
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Belleza de las Tinieblas #4
FantasíaYa no hay respuestas, solo un dios de las tinieblas, dispuesto a todo. Recuerda respirar, porque puede ser la última vez que lo hagas. *Por Viviana Valeria V. Saga Bellezas, libro #4