Jaelyne
Camino en los aposentos del castillo de las Tinieblas, me detengo observando la ventana, solo veo bruma oscura en cualquier dirección, nada más.
Toco mi vientre y sonrío al sentir una patadita.
—Estás enorme.
Dejo de sonreír al escuchar que se abre la puerta, continúo callada y oigo sus pasos, entonces decido hablar cuando se detiene.
—¿Por qué insistes en retenernos aquí? —pregunto sin mirarlo, manteniendo la mirada en la ventana.
—Cumplí, ¿no? Abandoné Aeistian y regresé de la muerte a tu bebé.
—¿Por qué? —insisto y esta vez me giro a mirarlo.
—Porque me siento solo —dice en un vilo de tristeza—. No quiero estar más solo.
Bajo la vista.
—Puedo entenderlo, pero...
Da un paso cerca de mí.
—Desierto.
Alzo la vista a mirarlo.
—¿Qué?
—Me he dado cuenta de algo, así que necesito tu ayuda.
—¿El qué? —Frunzo el ceño—. ¿Y dónde está Kael?
Se ríe.
—Insistes con eso.
—Obvio, es el hombre al que amo y el padre de mi hijo, siempre voy a pedir por él, que me hayas ayudado, no cambia mis sentimientos.
—Justo de él quiero hablarte.
Alzo una ceja.
—¿Eh? —Esto es nuevo.
—Kael se fue, aunque más bien se lo llevaron.
Frunzo el ceño.
—¿Quién?
—He empezado a sospechar que mis hermanos están haciendo algo en mi contra, pero no sé por qué, ni sus planes, ni siquiera sé si están trabajando en conjunto.
—¿Dices que a Kael se lo llevó uno de tus hermanos? —cuestiono y asiente—. ¿Y por qué harían eso? Esto no es contra mí, es contra ti en todo caso.
—Porque aunque no lo parezca, seguimos siendo aliados.
—Esto es una guerra —digo molesta y se ríe.
—Ciertamente, al parecer ya no me estoy enfrentando a Aeistian, sino a los dioses, mis hermanos, aunque me gustaría saber la razón.
—¿Crees que la razón la tenga Océano? —pregunto perdiéndome en mis pensamientos, sin embargo siento que lo que expresé no es lo que realmente pienso ahora—. ¿Qué acabo de decir? —exclamo confundida.
Suena a algo que diría Desierto, o sea mi yo del pasado.
—Quizás tu shock emocional disparó algo en ti, debió pasarte lo mismo cuando huiste con la sacerdotisa.
—¡La sacerdotisa! —recuerdo—. ¡Esa niña la nombró, dijo algo de que la estaba buscando!
—¿Qué niña? Antes también la nombraste.
—Dijo que se llama Isela.
—Mi hermana, debí haberlo supuesto, ¿pero qué tiene que ver mi hermana con la sacerdotisa?
—¿O sea que no sabes? —me burlo.
—Oye, yo no fui quién escapó con esa mujer y se olvidó de todo.
—Tener huecos temporales de mi vida no está sirviendo de nada y todavía no sé cómo deshacer la maldición.
—Tenporales —se queda pensativo—. Quizás pueda hacer que recuperes la memoria por un pequeño tiempo, entonces no lastimarás a Cielo ni Océano, porque luego volverás a ser la misma, o sea regresarás a ser Jaelyne y no Desierto, pero al menos volverás con las respuestas que necesitamos.
Enarco una ceja.
—¿Y cómo lograrás eso?
—Modificaré este pequeño error emocional que tuviste, entonces al fin me dirás por qué huiste hace ya tanto tiempo, la maldición e incluso la razón de ayudar a Océano, que al parecer odiabas tanto.
Cierto, esta historia tiene muchos huecos argumentales y diferentes versiones, solo yo puedo saber lo que pasó.
«Solo Océano conoce la verdad». Retumba en mi mente y me desconcentro.
Siento como la vez que se escribió un mensaje en el suelo, definitivamente mi yo del pasado me está hablando.
Mi primer personalidad, la Belleza de las Tinieblas.
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Belleza de las Tinieblas #4
FantasíaYa no hay respuestas, solo un dios de las tinieblas, dispuesto a todo. Recuerda respirar, porque puede ser la última vez que lo hagas. *Por Viviana Valeria V. Saga Bellezas, libro #4