Irina
Corro por los pasillos y al fin lo encuentro, otra vez está forcejeando con una ventana.
—¡Fared! —lo llamo y se detiene.
—¿Qué? —dice de malhumor.
—Bueno, no me hables así —expreso molesta.
—Se me acabaron las ideas, parezco un imbécil intentando romper un vidrio.
—Bueno, espero que consigas nuevas, porque necesito que te vayas.
Enarca una ceja.
—¿Disculpa? ¿No estamos escapando todos?
—Bueno, sí, pero... —Uno mis dedos índices algo tímida y nerviosa—. Si encuentras una forma rápida de escapar, deberías irte primero, tú estás en más peligro que nosotras.
Me mira de mala manera.
—No necesito tu lástima, solo porque tú eres una diosa y yo un mísero híbrido.
—No es por eso —digo avergonzada y me abrazo a mí misma—. Es que si lo piensas... Morket tiene el cuerpo de Kael, Askar no sabemos dónde se encuentra, ni si está bien, solo quedas tú. —Bajo mis manos—. Estoy preo...
Me interrumpe.
—Yo me preocuparé por mí, gracias. —Se gira para irse y lo sigo.
—Espera.
—¿Qué? —No se detiene, sigue avanzando.
—¿Me estás evitando?
—Siempre. —Se ríe.
Bufo.
—No te estoy insistiendo con nada.
Se detiene y me mira, así que yo hago lo mismo.
—¿Qué quieres? ¿Quieres hablar de por qué te besé?
Me sonrojo.
—¿Eh? No, bueno, sí, si tú quieres.
—Mm, no. —Vuelve a caminar y lo sigo otra vez—. Tienes razón, te estoy evitando, pero no por lo mismo de siempre.
Enarco una ceja.
—¿O sea que no me evitas porque piensas que vas a lastimarme? ¿No era que ibas a cumplir tu promesa? ¿Y ahora cuál es la razón? Me estás cansando, Fared.
Se detiene otra vez y yo hago lo mismo, aunque en esta ocasión me sobresalto cuando me observa de manera rápida.
—Ya deberías haberte cansando hace mucho tiempo, pero aquí estamos, tú y yo, discutiendo de nuevo por lo mismo.
—¿Y qué es diferente? —cuestiono.
—¿Disculpa? —Alza una ceja.
—Sí, tú mismo dijiste que me evitabas por otra razón.
—¿Prefieres que te responda con palabras hirientes o que te bese? —pregunta de repente y me paralizo.
Mi sonrojo va en aumento.
—¿Eh? ¿Qué?
Sonríe de lado.
—¿Ves? No piensas con la cabeza —se burla.
Frunzo el ceño sin dejar de estar sonrojada, ya que siento aún mis mejillas ardiendo.
—¿Y con qué pienso?
Se me acerca al oído.
—Con la calentura, no sé, usa la imaginación.
Me alejo rápido.
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Belleza de las Tinieblas #4
FantasiaYa no hay respuestas, solo un dios de las tinieblas, dispuesto a todo. Recuerda respirar, porque puede ser la última vez que lo hagas. *Por Viviana Valeria V. Saga Bellezas, libro #4