Serenity
Me acomodo en la cama y cuando mi mano toca el colchón del lado de mi marido está vacío. Parpadeo varias veces antes de abrir mis ojos por completo ¿Dónde está? No puede ser, tengo un mal presentimiento. Me levanto de la cama rápido, aunque me quedo quieta sintiendo el picor entre mis piernas. Mis mejillas arden recordando que después de tanto tiempo Ankor y yo tuvimos relaciones sexuales. Quisiera decir que fue hacer el amor, pero no estoy tan segura. Camino despacio y comienzo a vestirme con total cuidado, entonces una vez que termino salgo de los aposentos.
El día festivo está por terminar, ya es tarde, pero yo tengo que sacarme las dudas. Lo sé, lo presiento, Ankor está con ese chico. No sé por qué me hago esto, pero me dirijo a la alcoba en la que los encontré fornicando la otra vez y es cierto, no me equivoqué, está pasando de nuevo.
Apoyo mi espalda al lado de la puerta y los oigo gemir. No entro como la otra vez, me quedo escuchando. No lloro, me mantengo parada allí con la mirada perdida. No sé por qué me torturo, solo espero a que terminen.
Pasa un tiempo hasta que Ankor sale del cuarto, su mirada se petrifica.
—¿Hace cuánto estás ahí? —pregunta sorprendido.
Me aparto de la pared y lo miro directo.
—Lo necesario para escuchar lo bien que se siente.
—Si vas a delatarme hazlo.
—Estoy esperando una disculpa, o que me ruegues al menos.
Bufa.
—¿Para qué? Ya te dije, no quiero discutir.
Mis ojos se humedecen.
—¡¡Eres un infeliz!! —Comienzo a golpearlo mientras lloro.
—Serenity, por favor...
—¡Mientes diciendo que estás celoso y luego te vas a acostar con ese otro, me das asco!
—Serenity, si no me vas a delatar, baja la maldita voz. —Presiona los dientes.
—¿Por qué... ¿Por qué me haces esto? —Me agarro de su ropa—. Eres un mentiroso, tú no me amas, solo quieres verme sufrir.
Me toma de los brazos, lo que hace que lo observe.
—No digas eso.
—¿Y qué es entonces? Porque no entiendo.
—Solo... es la culpa que no me deja tranquilo —expresa triste.
—¿Qué culpa? Ahora deberías sentirte culpable, infeliz. —Frunzo el ceño.
—Lo que hicimos no fue verdadero, Serenity, no está bien, nos obligaron y me siento culpable por eso, te lastimé.
—¿Y te vas con ese chico por qué sí es verdadero? ¿Por qué no me lo dices directo? Ya no sientes nada por mí.
—No es verdad, yo sí te amo, Serenity, solo que... no está bien, no está bien acostarme contigo de esa manera.
—¡Me importa una mierda si me tratas rudo o no, lo que no puedo soportar es que vayas a distraerte con ese chico! ¡Si sientes culpa no irías a buscar a otro para olvidarte de tus problemas! ¡Soy tu esposa, maldición, se supone que soy yo quien te reconforta!
—Ese es parte de mi problema —declara afligido—, tú eres la Reina.
Trago saliva.
—¿Qué estás diciendo?
—Todo a mi alrededor es política, Serenity, incluyéndote ¿Crees que eres la única que se siente manipulada por estas personas? Estás equivocada, yo no puedo simplemente ignorarlo. Cada cosa que hago es una obligación, tú misma eres una, ya no hay libertad en esto que tenemos. —Suspira—. Yo te amo, Serenity, pero me siento atrapado. —Sus ojos están humedecidos—. Mierda. —Se refriega la cara intentando secar sus lágrimas, porque sabe que no puede hacer eso.
—Comprendo, pero no me pidas que lo acepte, ese chico no estará incluido en todo este círculo político, sin embargo yo sigo siendo tu esposa y sabes que lo que haces está mal, atente a las consecuencias.
—Es lo que hago. —Se pone firme—. Así que puedes ir y delatarme, no te detendré, me lo merezco.
—¡¿Por qué mierda no te arrepientes?! —grito indignada.
—Porque eso sería mentir y ya no quiero agregar más mentiras a nuestra relación.
—¿Hay una realmente? Esa la tienes con él, maricón.
Me equivoqué feo con lo que dije, porque lo enfadé. Me asusto cuando levanta su mano y me cubro la cara para recibir el golpe, sin embargo este nunca llega, en cambio se escucha un estruendo, un impacto fuerte. Entonces cuando bajo mis manos para saber qué pasó, descubro todos sus dedos ensangrentados. Él golpeó su puño hacia la pared, así que ahora puedo visualizar como adolorido se agarra la mano rota con la sana.
Hay mucha sangre.
—Ya te dije, que no te volvería a golpear —confiesa y empieza a caminar—. Con permiso.
—¡Ankor! —lo llamo preocupada.
—No me sigas, voy a vendarlo, necesito estar solo.
—Pero... —No insisto y lo veo alejarse, cuando voy a avanzar me detienen al llamarme.
—Su majestad.
Me paralizo, es la voz de ese chico. Me giro despacio y lo miro, es la primera vez que lo tengo bastante cerca. Es pálido y tiene una mirada perdida, se ve como alguien al que hay que proteger. Entiendo porque a Ankor le interesa, él es sobreprotector con todo el mundo y alguien así, definitivamente debe tener su atención.
—¿Qué... ¿Qué quieres? —digo molesta—. Mi marido está herido, tengo que ir a asegurarme de ver cómo se encuentra.
—Su majestad, si no quiere delatar a Ankor, puede acusarme a mí, decir que estoy acosando al Rey, me asesinaría y su problema estaría resuelto.
—¿Por qué me dices esto? —cuestiono petrificada.
Baja la vista.
—Estoy solo y soy consciente de que soy bastante dependiente de su marido. Nos conocimos en circunstancias muy severas. Ambos estábamos pasándola mal, él me concedió un hogar, me dio trabajo y cariño, a su vez Ankor se sentía atrapado y yo le di algo de paz. Nuestra relación fue un poco conveniente, sigue siendo así, pero yo no puedo competir con usted y lo sabe. Soy un hombre, usted es su esposa, puede estar con él sin esconderse, así que si yo desapareciera, no habría diferencia.
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Belleza de las Tinieblas #4
FantasyYa no hay respuestas, solo un dios de las tinieblas, dispuesto a todo. Recuerda respirar, porque puede ser la última vez que lo hagas. *Por Viviana Valeria V. Saga Bellezas, libro #4