Kael
Hace tiempo que ya no puedo usar mi cuerpo, la situación fue ocurriendo de forma paulatina, hasta que cuando me quise dar cuenta ya era demasiado tarde.
Puedo ver todo lo que el dios de las tinieblas hace, pero estoy impotente, no hay manera de que pueda mover ni un dedo a voluntad.
—Volveré a mi castillo —le dice Morket a uno de sus sirvientes demonios—. Avísame cuando haya avances sobre el Reino del Cielo.
Camina con mi cuerpo como si nada y a pesar de que lo tiene, regresa al palacio con una velocidad impresionante.
Como una aparición.
Avanza por los pasillos de su palacio, escuchamos unos sollozos y él se detiene, gira su vista hacia a un corredor, entonces se encuentra con Irina.
Sus ojos rojos, ya que no utiliza mi forma hace rato, se quedan mirando fijamente a la muchacha. Puedo ir mi corazón moverse, pero son las sensaciones de él. Se acerca hasta la castaña y se sienta a su lado en el suelo.
—¿Qué pasa? —le pregunta.
—¡Tú! —Irina se sobresalta—. ¿No... ¿No te habías ido? —Se refriega los ojos.
—Ya volví. —Le sonríe.
—Pero rápido.
—En mi mundo puedo estar donde yo quiera en un instante. —Hace una pausa al continuar mirándola—. ¿Por qué llorabas? —cuestiona—. ¿Es mi culpa?
—N... no —ella responde con los labios temblorosos y luego agrega—: Aunque debería, nos encerraste aquí.
Morket se ríe.
—Y si no es por mí, ¿por quién es?
La castaña mira hacia adelante.
—Por nada.
—Por Fared —responde de repente y ella se estremece.
—¡¿Qué?! ¡¡No!! —Lo vuelve a mirar.
—Me contaron por ahí que lo encerré y lo liberaron, ¿será que charlaron y no salió bien?
Baja la vista nerviosa.
—Tú... ¿Tú qué sabes?
—Lo que mis espectros me cuentan. —Le agarra la barbilla y se la levanta—. No necesitas llorar por él, yo estoy aquí. —Se aproxima a su rostro.
¡Oye! ¡¿Qué te pasa?! ¡Es mi cuerpo!
¡No hagas eso!
—Lo siento pero... —Irina se aleja—. Yo no te conozco y eres un secuestrador. —Frunce el ceño.
Gracias, Irina, gracias.
Morket se vuelve a reír.
—Te gusta un maltratador —refiriéndose a Fared—. Qué linda.
—Cállate. —Vuelve a mirar hacia otro lado—. Además ya me rechazó y sigo comprometida con Alisther, así que usted no está en la lista, no me moleste.
Él se carcajea otra vez.
—Eres adorable —opina.
Ella se sonroja y lo mira.
—Usted está loco, libérenos.
—Eso no va a pasar. —Se levanta y le ofrece su mano para que ella pueda pararse también, lo que al final acepta—. Pero te admito lo de loco, mi hermano dice lo mismo.
—¿Tu hermano?
—Sí, Blus, el Dios de los Sueños.
ESTÁS LEYENDO
Belleza de las Tinieblas #4
FantasiYa no hay respuestas, solo un dios de las tinieblas, dispuesto a todo. Recuerda respirar, porque puede ser la última vez que lo hagas. *Por Viviana Valeria V. Saga Bellezas, libro #4