One-Shots Detective Conan || CoAi || ShinShi||Pedidos abiertos

09.9

Miniserie, Lobo

Capítulo 9

Shiho

Idiota, idiota, idiota, ¡¿que rayos fue eso?! ¡¿Por qué tenía que comportarme así?! —me reproché una y otra vez. —Ni siquiera somos algo, ¿por qué te comportas como si tuvieras derecho a algo? Yo misma me he negado a afrontar nuestra relación, ¿entonces por qué...? —mis quejas mentales hacia mi persona fueron interrumpidas al ver a dos personas caminando por el bosque.

Me acerqué curiosa, pensando en la posibilidad de que se hayan perdido.

—Has arreglado el lugar. —comentó una voz divertida, que claramente podía asociar con Sonoko Suzuki.

—Creí que te gustaría. —le respondió un hombre, conocido como Makoto Kyogoku o el príncipe de las patadas del club de Karate.

Suzuki-san le mostró una gran sonrisa antes de acercarse a él y besarlo.

Rayos, por qué ahora. —pensé alarmada tropezando contra un tronco sin querer.

—Hay alguien por aquí. —habló Suzuki-san nerviosa.

—Quédate aquí yo iré a ver. —le respondió Makoto-san.

—Ten cuidado. —le dijo Suzuki-san.

La adrenalina empezó a recorrer mi sangre, nerviosa por que me descubrieran allí. De repente sentí como me levantaban del suelo y corrían a gran velocidad por el bosque.

No necesito ver para saber quién es. —pensé aferrándome a su cuello. —Me siento tan aliviada que omitiré por completo que me cargue al estilo princesa.

Luego de un rato se recostó sobre un árbol, conmigo aún entre sus brazos, por lo que terminé en su regazo.

—Ahora... ¿de qué quieres hablar? —me preguntó con una gran sonrisa. —¿Sobre ese malentendido? ¿La escena que montaste allá? ¿Tu carrera hasta aquí? ¿Lo que viste allá? —preguntó de forma repelente.

Al verlo hablar tan animado, no pude contener el flujo de mis sentimientos.

—¿Qué tal de la boda...? —pregunté apretando ligeramente mis brazos que seguían tras la nuca de él.

—¿Q-Q-Qué? —me preguntó nervioso con las mejillas rojas y una mirada de incredulidad.

—No me gusta... no me gusta que cualquiera pueda acercarse a ti y tocarte y yo no puedo, no me gustó que Ran tocará la chaqueta e interferirá con tu olor... yo... Shinichi, tú me... tú me... gu-gustas. —le dije sincerando mi corazón, manteniendo la mirada baja por la vergüenza, pero una vez terminé de hablar sentí como tomo mi mentón y lo alzó para conectar nuestras miradas, antes de que pudiera reaccionar ya me estaba besando.

—————

Shinichi

Siempre he escuchado que el amor es una locura e irracional, un sentimiento que vuelve tonto hasta el más inteligente.

Tal vez tengan razón, pero al ver a esta joven frente a mí tan vulnerable, sus mejillas encendidas, sus ojos brillantes que me miran tan cautivadoramente, ¿cómo podría negarme a esta belleza? —pensé antes de estampar mis labios contra los suyos.

Empezando un dulce vaivén que tanto había anhelado.

—¿Estás segura sobre esto? —le pregunté con la respiración agitada.

—S-Sí. —me respondió ella tratando de recuperar el oxígeno necesario para su organismo. —Estoy segura. —me afirmó mirándome de forma decidida, estaba seguro que ya no habría marcha atrás.

Aún nerviosa se bajó el chaleco, mientras se quitaba los dos primeros botones de la camisa del uniforme, mostrándome su casi descubierto hombro. Deslice la tira de su camisilla interna antes de acercarme a ella.

—Shiho, ¿de verdad estás segura de esto? —le volví a preguntar, la vi estremecerse cuando mi aliento chocó contra su piel.

—L-Lo estoy. —me afirmó con su rostro carmesí con los ojos cerrados aferrándose aún más a mí.

No puede evitar sonreír ante tan tierna chica, sin esperar más, la mordí.

—Hmm. —se quejó de dolor aferrándose a un más en mi cuello.

—¿Estás bien? —le pregunté preocupado, una vez me separé de ella se recostó en mi pecho.

—S-Sí. —me respondió antes de mirarme, sus ojos empezaron a brillar en un fuerte tono verde. —Creo que es tu turno. —me dijo con una gran sonrisa repelente.

Di un suspiro antes de bajar por igual mi uniforme.

—¿Listo? —me preguntó divertida mostrando una sonrisa de dientes.

—Siempre. —respondí. Ella se me acercó y me mordió fuertemente, haciéndome soltar un gruñido mientras me aferraba a su cintura. —Listo. —me dijo lamiéndose la sangre que seguía en sus labios.

Mientras yo respiraba agitado, sintiendo algo recorrer por mi sangre.

—¡Ah! —exclamó Shiho, temblando arqueando su espalda.

—¡Ehg! —solté en un gruñido llevando mi mano al pecho.

Dolió como un infierno, sentía el pecho arder como si se me fuera a derretir.

Unos segundos después me pude calmar. —¿Qué fue eso? —me preguntó extrañada Shiho.

—La conexión se ha completado, debe haber... —expliqué abriendo de más mi camisa, notando una marca en mi pectoral derecho.

Un extraño cilindro la mitad de color blanco, debajo de este: "Apotoxin 48"

—¿Me mostrarías la tuya? —le pedí.

Ella se levantó y me dio la espalda, en su omóplato derecho un cilindro la mitad de color rojo, debajo del" "Apotoxin 69".

Solo sonreí, estaba completo, y nadie podría romper nuestra unión.

—————

—Hey, hey, últimamente te he visto muy unido con Miyano-san. —se burló mi amigo de cabellos revueltos.

—De qué rayos estás hablando. —le reproché molesto, aunque tenía completa razón no tenía pensado gritarlo a los cuatro vientos, aunque más es petición de mi amada.

—Sí, claro hazte el tonto. —le volvió a decir Kaito.

Rodé los ojos divertido ante la insistencia de mi amigo, no pensaba argumentar nada sobre eso.

Me paralice al percibir el aroma a vainilla propio de Shiho, era demasiado potente y concentrado.

Por suerte desde que se completó su conexión yo soy el único en percibirlo, pero... esto es demasiado. —pensé con la respiración agitada sosteniéndome del pupitre.

—Hey, ¿estás bien? —me preguntó preocupado mi amigo, acercándose a mí.

—Shinichi, ¿estás bien? —me preguntó Genta, al otro lado.

El aroma empezaba a volverse más intenso, mi cabeza empezaba a dar vueltas. Me levanté de golpe y salí corriendo tapándome la nariz.

Al salir la vi afuera del salón, me dio una sonrisa que solo hacía que el olor incrementará. Le di la espalda antes de correr al baño.

Esto es malo, no creo que aguante hasta la luna nueva. —pensé salpicando agua a mi rostro.