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Miniserie, Soy un idiota

Capítulo 5

Conan

Recordaba perfectamente lo último que me pasó, ¿no será que me he desmayado con ese empujón? —me pregunté confundido.

Un jadeo llamó mi atención, miré lentamente a esa dirección. La mirada de shock de Ai me llamó la atención, ella rápidamente corrió hasta a mí sus ojos mostraban angustia y miedo.

Solo fue una pequeña caída, no debería estar tan asustada. —pensé regalándole una sonrisa, pero en vez de alegrarla empezó a llorar.

—Lo siento, yo… debí estar pendiente… Shinichi. —lloró como si no hubiera mañana, aferrándose a la sábana de la cama.

Las lágrimas recorrían sus mejillas una y otra vez sin detenerse, su mirada de completo dolor, sus labios temblando de manera incontrolable, sus mejillas rojas.

Un flash de la primera vez que la vi llorar llegó a mi mente, no podía evitar sentir el corazón golpear dolorosamente al verla de esa forma.

De repente la realidad me golpeó, los verdaderos últimos recuerdos de lo que pasó llegaron a mi mente.

Flashback 

—¡Ah! —una exclamación llamó mi atención tras de mí, no pude evitar voltear al sentir unas manos tratar de empujarme, sin mucho éxito. 

Pero antes de llegar a ver la expresión de la joven tras de mí, el camión que se acercaba a gran velocidad hacia nosotros se llevó toda mi atención.

Estaba demasiado cerca como para que saliéramos ilesos corriendo, mi mente se llenó de caos, aún con eso lleve mi mano al hombro de Ai y la empujé de golpe.

Al ver su mirada llenarse de desesperación y miedo, solo pude darle una sonrisa antes que todo se volviera negro.

Lo único que lograba escuchar era su voz llamarme, junto a la de los chicos.

Fin de Flashback 

Todo fue un sueño. —pensé consternado, pero al escuchar sus sollozos, sentía como si nada de eso importara.

Incluso si fue un sueño, incluso si todo lo que vi, escuché fue solo un producto de imaginación, yo de verdad la…

—Demuestra tu sinceridad… —escuché un murmullo en el fondo de mi mente.

—Shiho… —la llamé con toda la dulzura que siempre había ocultado.

Ella me miró dando un respingo, supongo que es normal, no suelo llamarla de esa forma.

—S-Si. —me dijo nerviosa aún con todas esas lágrimas en su rostro.

—No tuviste la culpa de nada. —murmuré tomando sus mejillas entre mis manos, secándose sus lágrimas.

—Pe-Pero yo…

—¡¡Shiho!! —la llamé alzando la voz, no quería gritarle pero necesitaba que escuchara cada una de mis palabras. Mire sus verdes ojos que mostraban consternación y nervios, sonreí dulcemente tratando de disipar algo de eso. —Yo soy quien debería disculparse… tú no tuviste la culpa de nada, perdóname por hacerte sufrir con el accidente y en el parque. —terminé de decir, los nervios se esfumaron ahora solo quedaba una gran confusión en sus ojos.

De repente estalló un sonrojo en sus mejillas, había olvidado todo con el accidente, ¿eh?

—E-Eh. —balbuceo desviando su mirada a otra parte, yo solo podía verla con ternura al notar el leve temblor de su cuerpo.

Aprovechando tener su rostro entre mis manos, hice que me mirará directamente a los ojos, poniéndola aún más nerviosa.

—No fue un error, no lo fue… mis emociones tomaron control porque era muy obstinado a aceptar la realidad. —volví a explicar.

—¿Realidad? ¿Qué realidad? —me preguntó de una forma demasiado tierna para mí corazón.

—Que estoy locamente enamorado de ti. —afirme sin ninguna duda o temor, estaba completamente seguro de mis sentimientos.

—¿E-Eh? ¿Pe-Pero…? ¿C-Cómo es que…? —volvió a balbucear, sentía algo extenderse en mi pecho al saber que esta vez balbuceaba por mí y solo por mi.

—Digamos que por un sueño. —le respondí riendo levemente. —Te lo contaré absolutamente todo, así que… —dije acercándome aún más su rostro.

Ella no me respondió nada, pero tampoco negó mi acercamiento, contrario a eso, ella igual se acercó a mi.

Necesito probar esos labios. —pensé recordando que la última vez estuve en una especie de trance y no pude apreciar bien la situación. 

Al ver que cerró sus ojos, no me cabía duda, ella también quería esto tanto como yo. Sonreí inevitablemente antes de acercar mis labios a los suyos.

—Bien, ¿cómo se encuentra el paciente? —dijo una enfermera entrando de golpe a la habitación, debido al susto terminé alejándome de Ai. —¡Oh, dios! ¡¡Doctor!! —gritó la enfermera al verme despierto.

Mire de reojo a Ai que miraba ensimismada la pared con su rostro enrojecido.

Un doctor apareció rápidamente en la habitación y me revisó.

—Por suerte te encuentras bastante bien, haremos un par de análisis más para asegurarnos. —me dijo el doctor, por fin alejando su estetoscopio de mi pecho. —Llamaré a tus padres. 

—No es necesario, ya les avise. Estarán aquí en unos minutos. —intervino Shiho dejando su teléfono de lado.

—¿Cuando? —preguntó confundido el doctor.

—Ahora mismo. —respondió con simpleza ella, reí unos segundos. 

Como mi compañera sigue siendo la misma. —pensé.

Me detuve al procesar las palabras de ellos dos, si sus padres están en Japón. —¿Cuánto tiempo estuve dormido? —pregunté frunciendo el ceño.

—Tres días. —me contestó la enfermera.

Mire a Ai que apretaba sus labios, al igual que sus manos con la tela de su falda.

—Lo siento. 

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