54: Mentira

557 46 48
                                    



Evan aún no había regresado y eso me ponía de los nervios. Incluso Marcus parecía estar a la espera de su regreso en el desayuno y, no lo culpaba, yo también estaba preocupada. Conall no tanto, y lo podía notar en su mirada de despreocupación.

Después del desayuno, Lina me llevo hasta los jardines. Hoy el sol estaba en su máximo esplendor y su luz rebotaba en las grandes cantidades de césped verde que cubría el suelo, a excepción de las partes donde había sombras hechas por los altos arboles. Yo no estaba acostumbrada a que tanto calor hiciera sentir que mi piel, en ratos, me quemaba o me picaba. Pues, Port Isabel siempre había sido temblado y húmedo.

Lina casi parecía no notar el calor en su piel. ¿Cómo podría? Si ella misma controlaba el fuego a su gusto. De cualquier forma, buscamos una sombra para poder hablar a solas y en calma.

Ella también estaba preocupada por su hermano.—Siempre que se va siento miedo.—Dijo. Estábamos sentadas sobre el césped verde y fresco. La sombra ayudaba mucho a que pudiéramos sentirnos cómodas y eso logró que alcanzará a ver como su rostro se oscurecía mientras pensaba sus siguientes palabras.—Es como si el mismo sentimiento de perder a mi madre amenazara con volver.

En ese momento, me senti como una tonta pues, era totalmente cierto. Marcus y Lina habían perdido a una persona muy valiosa para ellos por culpa de los mismos Askanos, a quién Evan, fue a derrotar. Comprendí su miedo pero, sabia que no lo comprendería por completo. Marcus y Lina tenían aún más razones para estar preocupados, y Conall, aún enterado del pasado sobre la perdida de la esposa de Marcus, envió a su hijo quizás al mismo destino. Quería quitarme los cabellos de encima y gritarle al rostro pelirrojo dibujado en mis pensamientos.

Que Lina se sintiera preocupada, siendo una Elementer de fuego, me hacia sentirme aún más consternada de lo que yo ya estaba. Quién sabe cuantos Askanos había o si Evan estaba solo.

Lo que me hizo querer correr por todo el lugar, fue recordar que yo había estado tan cerca de un Askano mientras que él tomaba la vida de mi madre. Su mirada... su sed... no me imaginaba a más de uno de ellos, todos juntos.

Lina colocó su mano sobre la mía y su calidez me regresó al presente. Mi mirada encontró en sus ojos grises un atisbo de esperanza.

—Lo lamento, no quise preocuparte.—Su mano se alejó de la mía, llevándose la calidez consigo. Lina observó como las flores del jardín bailaban a la par cuando el aire pasaba y las movía. —Evan estará bien, no estará solo. Conall al menos tuvo la decencia de enviar a más compañeros junto con mi hermano. Él estará bien. —Repitió.—Es solo que... mi preocupación se debe a que todo el asunto me recuerda un poco a mi madre, es todo.

Le sonreí para tranquilizarla. Ella todo el tiempo era felicidad pura, del mismo modo en como su cabello brillaba de un color dorado con la luz del sol, ella brillaba cuando sonreía. Pero, ahora no estaba sonriendo lo que me parecía extraño en ella.

No podía creer como la ausencia de Evan podía cambiar los ánimos de todos. Era extraño, porque nunca antes había sentido la necesidad de ver tanto un rostro. Tenia las ganas de verlo y, aunque sabia que no estaba cerca, inconscientemente mi mente dejaba que mi mirada buscara sus ojos grises. No me gustaba que estuviera lejos, me hacía sentir incompleta, lo cual por muchas... muchas razones estaba mal... en cuestión de días ya no estaría junto a él y odiaría tener esa necesidad de estar buscándolo entre la gente sabiendo que jamás lo volvería ver.

Jamás lo iba a volver a ver.

—Emma...—La voz preocupada de Lina me alertó, de nuevo. Me estaba observando con ojos tristes y algo sorprendida pero, había algo más en su mirada grisácea.—¿Estas llorando?—Me preguntó.

ELEMENTOS: Amor de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora