36: Descubrir

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Escuchaba mi nombre. Era un sonido lejano y desesperado. Alguien me hablaba como si quisiera salvarme del abismo. Sentía como mi memoria se perdía mientras yo intentaba aferrarme a esa voz. Pero, el dolor ahí estaba cada vez que lo intentaba.

Abrí los ojos lentamente, arrepintiéndome rápido por haberlo hecho. Acostumbrarme a la repentina luz blanca iba a ser difícil y el dolor de cabeza que sentía tampoco me lo hacia tan fácil. Cerré los ojos inconscientemente. ¿De dónde venía aquella maldita luz?  En mi habitación la luz entraba de manera cálida, tenue y calmante.

De repente, no había más luz. ¿Alguien había cerrado unas cortinas?.

De nuevo, mi nombre. Me hablaban de manera cálida. Aquella voz me era tan familiar.  Me deje llevar porque así como aquella persona quería que despertara, yo también. Abrí los ojos parpadeando varias veces. Había un rostro viéndome. Creía sentir que algo tocaba mi brazo. En cada parpadeo aquel rostro se hacía más visible y se enfocaba mucho mejor. Pero, con cada respiro que daba me dolía mi pecho.

Pude visualizar mejor a la persona que tenía delante. Tenía unos ojos grises, eran redondos y bonitos. Me recordaban a los de una persona en particular que ahora no recordaba el nombre. ¿Por qué no recordaba el nombre? El cabello rubio le llegaba hasta los hombros como si fueran ondas de agua.  Parecía sedoso y bonito. Quise tocarlo pero, mis brazos no me respondían.

—Emma. ¿Estás despierta? ¿Te sientes bien?— Su voz era tranquilizadora.  Lo que necesitaba en estos momentos. Quería que siguiera hablando.

—Soy Lina.

Lina.
Lina.
¿Lina?
¿Qué hacía Lina en mi habitación?
Espera, esta era mi habitación, ¿no?.

—¿Lina?— dije mi voz sonó tan débil y tan agotada. Mi mente comenzó a trabajar, recobrando fuerzas de mis músculos y memorias.—¿Qué pasó?— me quede quieta intentando que me lo explicara. Quise mirar a mi alrededor pero, no podía moverme tan de pronto.

El rostro de Lina cambio entristeciendose. Sus pestañas descendieron protegiendo sus bonitos ojos.

—Yo... lo siento tanto, Emma.—Sus dedos encontraron mi brazo y lo apretaron con calma. Creo que Lina estaba llorando.— No se suponía que debía pasar esto.

Entonces, lo recordé.

Todo.

Dyna me había golpeado. Había estado divirtiéndose conmigo diciéndome mucho lo que odiaba a los humanos. Me había quitado la daga y Vand solo estaba de observador sabiendo lo mucho que le gustaba que me patearan el trasero. No obstante, después de eso, todo era borroso.

—¿Dónde...— me dolía la boca. Creo que me habían partido el labio y la mitad de la cara. Sentía como si un carro me hubiera pasado por encima. Dos veces.

—¿Dónde estas?— Terminó Lina por mí a lo que yo asentí. Mala decisión.— Estás en nuestra base. Dyna y Vand te trajeron hasta aquí.

¿En su base?
¿Qué base?

Comencé a observar a mi alrededor atemorizada. Esta habitación era demasiado blanca a mi gusto. A mi derecha había artículos de hospital. Me habían curado. ¿Por qué?

—¿Por qué... estoy aquí?— intenté reincorporarme.—¿Por qué me trajeron aquí?— Quería irme y ahora. Lo ultimo que quería era que me volvieran a encontrar para darme una nueva y buena paliza.

ELEMENTOS: Amor de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora