29: Puerta

1.1K 90 28
                                    

Me despedí de Evan sin mucha prisa. No sabía por qué pero, sentía que debía pasar más tiempo con él. Era algo tonto aquel sentimiento. Seguramente se derivaba a que no lo había visto por semanas. Tal vez lo había extrañado en lo más profundo. Que tonto se escuchaba eso.

Antes de irme le dije que me disculpara si no había más entrenamientos por un tiempo. Evan me dijo que lo entendía y que no importaba.

Esperaba una reacción diferente por parte de él, ya que, la primera vez que le dije que no deseaba más entrenamientos había reaccionado muy rudo.

Supongo que, esta vez, era diferente.





Lo que quería ahora era un poco de estabilidad y eso lo conseguía descansando en mi lugar seguro: mi casa.

Además así, no tenía que seguir mintiéndole a mamá sobre a dónde iba.

No quería hacerlo más.

Cuando regresé a casa todo estaba muy silencioso. Posiblemente, mamá ya estaba dormida, la única luz que iluminaba parte de la casa era la luz de la cocina y no había nadie ahí.

Tomé un poco de agua y cerré con seguro la puerta principal antes de subir; mamá si estaba dormida como lo había pensado, tenía una sonrisa en la cara aún dormida.

Al parecer, se lo había pasado bien hoy.

Muy diferente a mí.

Este día no lo describiría como bueno.

Entre a mi habitación y deje caer mi mochila en mi cama, algo en ella hizo un ruido particular. Tal vez, fue la daga escarlata golpeando algo.

No lo sabía.

Por eso me senté en mi cama, abrí la mochila con precaución y comencé a verificar que todo estuviera en orden y, como pensé, todo estaba en orden excepto que había algo más dentro de mi mochila que no pertenecía ahí.

Aquello no era mío.

Evan tal vez había confundido sus cosas con las mías. Pero, eso sería extraño.

Saqué aquel objeto brilloso y liso.

Era un frasco de vidrio y llevaba una tapa con pequeños agujeros encima pero, eso no fue lo que me sorprendió. Lo que me sorprendió era lo que contenía adentro.

Luciérnagas.

Estaban parpadeando una y otra vez mientras trepaban el vidrio.

Era obvio quién las había puesto ahí.

Evan.

La pregunta era, ¿por qué?.

Coloqué las luciérnagas a un lado mío sobre mi cama y busqué un poco más en mi mochila encontrando un sobre cerrado blanco. El papel era muy suave y limpio. No sabía que había dentro pero, desde luego, abrí el sobre para averiguarlo.

Había una carta escrita a mano por Evan.

Hace bastante que no recibía una carta de alguien.

ELEMENTOS: Amor de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora