4: Evan

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Un ruido se escuchó, por aquella dirección donde había visto al Elementer. Mi atención se desvió sin intención. ¿Era él?.

Zack se alejó y comencé a sentirme muy sola sin su cálida cercanía. Su mirada era de tristeza y decepción. Oh no, pensará que no quise hacerlo. Que no quise besarlo. Una de sus manos pasó por su largo cabello oscuro.

—Zack yo...

—Déjalo, no digas nada. — Comenzó a caminar, seguramente de regreso a casa y con un gesto de su mano continuó diciendo algo que partió mi corazón: —No me digas lo que ya se. 

***


Zack. Yo lo amaba, en serio que si. Pero hasta ahora no me había puesto a pensar si mi amor por él era algo más que solo amor de amigos. Me preguntaba, ¿Qué se sentiría besar a Zack? Jamás lo había visto de esa manera y nunca me había sentido tan torpe en mi vida. Su rostro de decepción. Oh, dioses. Me rompió el corazón. Solo esperaba que la próxima vez que le viera su enojo ya se hubiera ido. Necesitaba decirle que no había sido mi intención. Seguramente, de no haber sido por ese ruido que extrañamente escuché, si lo hubiera besado. Mi otra pregunta era: ¿Desde cuándo tenia Zack estos sentimientos por mi?. ¿Era tan ciega que no me había dado cuenta antes?.

Hoy era uno de esos días en los que no tenia idea de que hacer. El aburrimiento era como una plaga estos días. Lo único que sabia hacer era releer los libros que tenia en mi escritorio situado en una esquina de mi habitación e ir a pasear con Zack. La ultima opción no parecía una en estos momentos.

Mamá a estas horas estaba con la señora Russel—Nuestra vecina de 80 años de edad—ayudándole con su dolor de espalda. Estaba segura de que a mamá le gustaba ayudar lo mas que pudiera a las personas y aún más a los mayores. Ella ya estaba acostumbrada a esa vida, había sido enfermera antes de... bueno, todo esto. Sé que aún tiene su uniforme del hospital en algún lado. Una razón más para irnos de aquí, mamá podría conseguir trabajo como enfermera y yo estaría estudiando, como si nada estuviera pasando. Esa era la vida que yo quería para mamá, una vida alejada de toda esta destrucción. Pero ella no entendía mis deseos y estaba totalmente segura que todo esto era por papá. Maldición, papá. Con solo pensar en él mis ojos ardían y sentía como las lagrimas querían salir. Papá no había muerto, había desaparecido. Un día ya no estaba con nosotros y sus cosas tampoco. Otros dirían que nos abandonó, pero papá...no era así. Él realmente nos amaba, daba todo por nosotras. Aún era un misterio lo que le había pasado.

En seguida, me sentí demasiado sola en mi habitación; la casa estaba silenciosa y vacía sin mamá. Necesitaba salir, estar aquí encerrada solo hacia que mi mente se perdiera en temas que no quería ni pensar. Me levanté de golpe de mi cama, salí de mi habitación bajando las escaleras.

Al salir de casa, respiré hondo. El aire limpio entró por mi nariz hasta mis pulmones, me sentí aliviada. El sol estaba por ocultarse, los tonos anaranjados estaban comenzando a pintar el cielo combinándose con el color azul. Las nubes seguían ahí. Caminé por el lado contrario de la casa de Zack, no quería topármelo por ahora. Cobarde, lo sé. Comencé a observar a mis alrededores, mientras dejaba atrás mi casa en cada paso que daba. Todo estaba tranquilo, el aire sopló de frente haciendo que mi cabello se moviera hasta quedarse detrás de mis hombros. Al parecer todos estaban dentro de sus respectivas casas, no los culpaba, tenían miedo; aunque sabíamos que los Elementer no se acercaban a nuestras casas o colonias, pero todo podía pasar. Comenzaba a pensar que ellos solo atacaban si entrabas en su territorio, y ya lo sabia por experiencia.

Después de unos largos minutos de caminata, la acera se había terminado junto con las casas. La calle daba vuelta rodeando el bosque que estaba a una distancia considerable de mi. Curiosidad invadió en mi. Los pinos altos y gordos casi podían llegar hasta el cielo, el viento fresco los hacia moverse unos contra otros, era una escena realmente relajante, pero lo que había mas allá seguro que no lo era. Nadie había visto la base de los Elementer y los que habían llegado a verla no habían vivido para contarlo. Mordí mi labio inferior intentando esconder las ganas de lo que estaba por hacer. Si me acercaba un poco no había riesgo ¿Verdad?. Comencé a caminar con pasos rápidos, cruzando la calle. Al llegar al otro lado mis zapatos se encontraron con el suave césped verde. Detuve un momento mis pasos reconsiderando lo que estaba por hacer. Cerré mis puños a cada lado de mis caderas y saqué aire. Me adentré más con precaución y sin perder la vista de la calle que había cruzado. En algún lado del bosque estaba el arroyo donde papá y yo solíamos pescar. Esos recuerdos eran como tesoros para mi. Imagine a papá llevando su cachucha color negra de algún equipo de béisbol caminando por el bosque sin dejarme atrás. Sus ojos color miel — el color de mis ojos que él me había heredado— cuidando de mis pasos. Este bosque significaba demasiado para mi.

ELEMENTOS: Amor de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora