9: Destino

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Habíamos llegado a nuestro destino. La farmacia estaba totalmente a oscuras y abandonada; iba a tomar de mi mochila uno de mis cuchillos como de costumbre antes de entrar, pero me di cuenta que en realidad estaba segura junto con Evan, sí algo malo nos pasaba él podía usar su elemento. Así que guardé mi cuchillo en la parte trasera de mis pantalones sintiéndome extraña de no tener que usarlo. Mientras tanto, era difícil pensar que ahora no solo me tenia que preocupar de los Elementer, sino también de los Askanos, aunque no tenia ni la menor idea de cómo lucia uno. Pero supongo que le temes aún más a lo desconocido.

Entramos.

La farmacia estaba de algún modo intacta, pude ver a lo lejos algunas chucherías, refrescos y medicinas al fondo. Me sentí aliviada y casi quería llorar de la felicidad, ¿Hace cuanto tiempo que no había comido de estas frituras, o de estos gofres?. Me adentré y con mi linterna iluminé las paredes en busca del interruptor para encender la luz, sí en casa había electricidad suponía que aquí también había. Lo encontré, pero antes de que pudiera encenderlo la mano cálida de Evan me detuvo a medio intento.

—No.— Bajó mi mano sin soltarla, nuestros ojos se encontraron y su tacto envió electricidad a todo mi cuerpo.—La farmacia esta abandonada y la luz llamaría la atención, además, no soy el único Elementer que sabe de este lugar.

Asentí. Me dio una pequeña sonrisa para luego soltar mi mano.

Comencé a caminar por toda la farmacia buscando cosas de utilidad y alimentos enlatados. Evan se quedó vigilando la entrada como buen Elementer guerrero que era mientras yo abría mi mochila y comenzaba a echar todo lo que pareciera bueno, útil y que pudiera caber en el pequeño espacio de mi mochila. Pronto deseé haber traído una maleta o una bolsa más grande. Eché, gofres, frituras, agua embotellada, papas fritas, harina para panqueques, mermelada y refrescos—a mamá le encantaba la mermelada—. Y claro que me fijé en la fecha de caducidad, todo estaba en orden, a pesar de que esta farmacia parecía abandonada desde algunos pocos meses, las fechas de caducidad de los alimentos eran para un mes más o algunos días. No podía desaprovechar la oportunidad. La miel y la mantequilla no podían faltar en mi lista de compras, así como unas ricas galletas.

Después, fui al pasillo de los medicamentos y comencé a buscar algo junto con mi linterna para el dolor de espalda, a mamá le encantaría saber que podía darle algo a la Sra. Russel para calmarla. Busqué en una de las repisas blancas poniéndome en cuclillas pero me distraje con algo más. La repisa no tenia respaldo o algo que evitara que mi propia vista fuera aún más allá de las medicinas. Desde aquí podía observar a Evan en todo su esplendor sin temor de que me sorprendiera haciéndolo. Su cabello desordenado estaba tapando una parte de su frente, sus brazos flexionados y musculosos utilizando sus manos para jugar con la daga. Él estaba terriblemente distraído en vigilar la entrada, su cabeza se inclinaba de un lado a otro mientras observaba por la puerta de vidrio sin soltar su daga. Estaba listo y preparado para hacer cualquier movimiento.

Entonces, pensé, él no estaba protegiéndonos de los Elementer, eso no tenia sentido ya que era uno de ellos, él estaba ahí vigilando por los Askanos, realmente cuando decía que no estaba seguro de nada, lo decía en serio. Evan estaba preparado para ellos, pero no tenia miedo, eso no lo mostraba. Entonces recordé lo que había dicho antes "Mataron y dejaron familias destruidas.", no necesitaba preguntar sí había perdido a alguien por culpa de los Askanos porque por su expresión y sus palabras, me decía que si. Pude haberle preguntado quién había sido, pero en vez de eso, me concentré en culparlo de algo que no había hecho. Tan tonta. Puse mi cabeza recargada en mi brazo avergonzada de mí misma y de mi estúpida actitud. No entendía como era que Evan seguía ayudándome después de las cosas que le había dicho.

ELEMENTOS: Amor de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora