52: Sí

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Evan se quedó el tiempo que pudo. En algún momento, él terminó quedándose dormido aferrando mi cuerpo junto al suyo, lo que me ayudo a sentir sueño de nuevo pues, su respiración era baja, tranquilizante y profunda. Su pecho debajo de mi cabeza descendía y ascendía de manera constante, logrando que me tranquilizara un poco.

Pero, cada vez que recordaba aquello que seguía molestando mi pecho, elevaba mi rostro un poco con cautela para no despertarlo y memorizaba su semblante sin que él se enterara. Sus ojos estaban tranquilamente cerrados, escondiendo aquel color gris nublado que tanto me gustaba; parecía cansado pero, a la vez, cómodo. Sus labios se encontraban separados ligeramente y sin ninguna preocupación, eran de un rosa pálido casi confundiéndose con su piel de no ser porque eran algo gruesos, logrando curvas en ellos. Sus mejillas ocultaban perfectamente sus hoyuelos y su piel era tan suave como las cobijas de seda que nos cubrían. Creo que pude haberme quedado memorizando su rostro durante toda la noche. Verlo dormir era como una pintura de la cual no deseaba apartar la vista, sintiendo que me perdería de cualquier detalle importante.

Evan era esa obra de arte y yo una observadora fascinada.

Observarlo dormir podía ser mi cosa favorita de hacer.

La segunda cosa favorita.

La primera era besarlo.

En algún momento, mis ojos comenzaron a sentir la necesidad de deshacerse de una emoción resguardada. Muchas lágrimas silenciosas salieron de mis ojos al darme cuenta que estaba perdidamente enamorada de un hombre al cual tenía que dejar de ver cuando se llegara el día.

Me acurruqué junto a él, aspirando su olor fuertemente. Su cuerpo me brindaba el calor que necesitaba. Evan era cálido sin esfuerzo alguno. Nunca me había sentido tan atraída por una persona hasta que él había llegado a mi vida de la manera más inesperada. Recordaría este sentimiento siempre.

Era un imán para mí.

No quise cerrar los ojos porque me quedaría dormida y no queria desaprovechar mi tiempo durmiendo cuando podía memorizar este momento con él.

Me quede ahí, hecha un huevito contra su cuerpo relajado. Sus brazos encontraron camino hasta llegar a mi cuerpo y me abrazó aún estando dormido mientras que yo me daba cuenta de lo enamorada que estaba de él. Era raro el momento donde una reconoce el momento exacto cuando alguien de verdad ha ganado tu corazón.

Este era el momento.


Pasaron unas horas.

Estaba segura de que había pasado el tiempo demasiado rápido. Pues, yo no me había quedado dormida aferrada a mi idea de querer seguir despierta en cuanto él llegara a despertar y tuviera que irse.

Entonces, Evan se removió logrando que yo abriera los ojos de golpe ante sus movimientos delicados.

Elevé la cabeza para que pudiera notar que seguía despierta, no queria que se fuera pensando en no querer despertarme de un sueño en el que yo no me encontraba.

No sabia qué hora era y tampoco me importaba en lo absoluto pero, Evan parecía tener planes pues, cuando levanté el rostro, él ya estaba de pie observándome desde su lado de la cama.

Llevaba una pequeña sonrisa en sus labios y sus ojos estaban levemente adormilados aún.

—¿Te vas?— le pregunté acomodándome el cabello que sentía estaba por todos lados de mi cabeza. Sentía los ojos horriblemente pesados. No sabía si era el sueño o por estar aguantándome las lagrimas un poco más. No queria que él me viera mal. No queria abrir puertas a las preguntas.

ELEMENTOS: Amor de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora