18: Sonido

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Después de aquella conversación con Evan, fui a casa. La daga estaba brillando todo el tiempo. La escondí en uno de mis cajones antes de ir a ver a mamá y saber como se encontraba. Temía que alguien encontrará la daga.

La fiebre seguía con ella pero su cuello estaba mejorando. En todo el día, no hubo indicios de que mamá recordara algo del ataque. Suponía que eso estaba bien.

Ahora me encontraba en mi recamara ya había anochecido y mamá estaba descansando mientras yo estaba leyendo uno de mis libros, pero sin darme cuenta, lo había dejado a un lado, distraída por mis pensamientos. Mis ojos ya no seguían la tinta negra de las letras en el libro. Solo podia pensar en que le estaba mintiendo a mamá. Ella no sabia nada y si de alguna manera se enteraba, no sabia lo que pasaría, no sabia lo que diría. Pero, por ahora, la culpa me carcomía.

Ya estaba lloviendo como lo había imaginado aunque esta vez, el cielo estaba bastante oscuro por la noche, y la lluvia caía pesadamente golpeando mi ventana con mucha fuerza. Los truenos eran ruidosos y fuertes. Sin embargo, la luz de los rayos era lo que más me distraía. Su luz blanca iluminó la habitación por unos segundos. Siempre me había gustado la lluvia, el sonido y lo que traía con ella. Sin embargo, aquella luz me recordaba bastante a la brillante energía del Askano que había atacado a mamá. No me agradaba. No me gustaba recordar ese momento.

Sin más que hacer, guardé el libro, apagué la lampara de mi mesita de café y me fui a la cama. Busqué a ciegas con mi mano abrir el cajón donde había guardado la daga escarlata. Su luz se apreciaba más en la oscuridad. No podia iluminar toda la habitación claro, pero si era lo suficientemente brillante para saber que no era cualquier daga. Era diferente. Toqué con cuidado el filo luminoso. No quemaba, de hecho la piedra escarlata era fría como cualquier otra piedra.

Entonces recordé lo que me había dicho Evan el día que fuimos a aquella farmacia abandonada, el gobierno había experimentado con los Elementer al llegar a la Tierra y algo me decía que podían estar haciéndolo aún. ¿Y si el gobierno sabia del arma que podia matar a los Elementer y Askanos? ¿El gobierno ya sabia de los Askanos?. En estos momentos, no sabría si era algo bueno que el gobierno supiera cómo eliminar a los Elementer. Por lo que me había contado Evan ese día en el bosque, el gobierno no era del todo bueno. Mi cabeza explotaba de dudas y teorías. Pero, como había dicho antes, yo no quería a Evan muerto. . . pero si quería mi mundo y vida de regreso.

Vivir como antes.

Y eso incluía a papá.


Un trueno sonó y la luz del rayo iluminó mi habitación.

La lluvia y el aire seguían golpeando la ventana con fuerza.

Y esa fue la señal para cerrar los ojos mientras sujetaba la daga contra mi pecho.


























Al día siguiente mamá estaba mejor, tanto que hizo el desayuno y fue a ayudar a la Señora Russel de nuevo. Quería preguntarle si ya me había levantado el castigo pero estaba suponiendo que tal vez ya lo había olvidado y preguntarle le recordaría la manera de cómo me había arriesgado a una misión suicida. Así que mejor lo deje así.

Evan había dicho que él vendría a buscarme para entrenarme, aunque no sabia exactamente a que hora seria eso, así que tome una ducha rápida y deje mi cabello suelto para que se secara naturalmente. Me vestí con unos leggings negros y una playera que no me importaba ensuciar. No tenia ni la menor idea de cómo era Evan entrenando o enseñando a luchar, pero algo me decía que era bastante bueno. Sinceramente me lo imaginaba todo serio y enfocado en lo que hacia. No comprendía por qué había aceptado entrenarme, si yo fuera él habría dicho que no, pero. . . lo necesitaba y al parecer Evan entendió eso, y se lo agradecía. Creo que estaba agradecida con Evan por muchas cosas.

ELEMENTOS: Amor de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora