Evan y yo salimos de la cocina. Caminando esta vez al lado contrario de las escaleras que nos llevarían a nuestras habitaciones. Me preguntaba si alguien más estaría despierto haciendo guardia o algo así pero, hasta ahora parecía que éramos los únicos que estaban despiertos caminando descalzos por el duro y frío suelo. Nuestros pasos casi ni se escuchaban.—¿Qué te parecen todos?—Me preguntó Evan mientras alzaba su vista hasta a mí. Nuestros ojos se conectaron y fue como si me hubiera quemado porque aparte en seguida la mirada. Temerosa de lo que podría sentir.
—¿Todos?
—Sí. A Lina ya la conoces pero, ¿Qué te parece... Demetria, Pauline, Marcus...
Me di cuenta que no nombró a Conall. Era obvio mi posición contra él. Incluso, quizás, Evan no se sentía cómodo hablando de él. Pues, era su jefe. Era como alguien que podía ordenar que hiciera cosas que no quería hacer.
—Pues... Demetria es muy linda, las veces que he estado en el comedor ha sido muy amable.—Dije mientras me pasaba el cabello detrás de la oreja.
—Sí, Demetria es una buena persona. Ella piensa igual que nosotros al respecto de ustedes. Es decir, los humanos. Tiene un buen corazón, quizás con el tiempo lo veas más.
Comencé a asentir creyendo que podía estar viéndolo ya.
—¿Pauline? —Cuestionó seguido de una risa grave pero baja.
Sí, yo también me reí.
—Pauline es todo un personaje pero, es demasiado habladora para mi gusto.
—Lo sé, habla demasiado.—Estuvo de acuerdo.
Llegamos a la sala de estar. Como todo aquí, era enorme, espaciosa, elegante y limpia.
Los sillones eran de un color arena y los cojines que los acompañaban iban de tonos anaranjados que combinaban con los cuadros y el fuego de la chimenea, así como también tonos color oliva, que hacían combinación a la perfección con las plantas artificiales que había en cada esquina de la habitación.
También habían muchas ventanas adornando las paredes dando una visibilidad mejorada a las afueras del lugar. El cielo estaba tan oscuro y lo único que iluminaba el sitio era la chimenea con la madera crujiendo. El fuego estaba controlado y era de un intenso color rojo.
Observé a Evan de reojo que sonreía. Su vista también iba al fuego.
—¿Qué sientes?—Le pregunté girándome por completo a él mientras le veía con curiosidad.
—¿Sobre qué?—Se cruzó de brazos extrañado.
—¿Qué sientes cuando hay fuego alrededor de ti?
Evan movió un poco los hombros sin despegar su mirada del fuego.
—Pues... no se como explicarlo. Me siento... con ventaja.—Dijo tranquilamente, asintiendo esta vez dirigiendo su mirada a la mía.
—¿Ventaja?
—Sí.
No vi en que momento Evan alzó un poco la mano y entonces, sin previo aviso el fuego llego hasta su mano. La chimenea ya no estaba iluminando la habitación pero, no estaba del todo oscuro.
Mis ojos, sorprendidos y abiertos de par en par se enfocaron en su mano. Ahí, en sus dedos se encontraba el fuego que había robado de la misma chimenea que nos había estado iluminando los alrededores. El fuego era tan real como lo había sido hace unos segundos en aquella madera crujiente. Sus dedos estaban de un tono anaranjado por el simple tacto con el fuego. Mis ojos fueron a su rostro, asegurándome de sus facciones. Sus ojos, estaban brillando, con el mismo tono anaranjado del fuego, gracias a que estaba controlando su elemento. Eran como dos de esas piedras preciosas llamadas cornalina. Se veía realmente hermoso. Brillaban como dos pequeños soles sin dejar atrás sus pupilas. Evan, no dejaba de ver su propia mano. El fuego en ningún momento parpadeo y su rostro era pura calma. No había rastros de dolor sino más bien de libertad.
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ELEMENTOS: Amor de Fuego
Fantastik"Los Elementer son peligrosos. Habían llegado a la Tierra solamente con varias ideas: destruir, esclavizar o asesinar. No podías con ellos. Una vez que te topabas con uno solo podías huir o pelear hasta morir. Ellos controlan los cuatro elementos-d...