25: Fogata

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Los ojos de Evan volvieron a la normalidad.

Bajó su brazo y yo solo podia observarlo impresionada.

Algo tenia que aceptar, siempre le habia tenido pavor a los elementos, porque solo habia ciertas razones por las cuales veias a un Elementer utilizando sus capacidades. Muerte, pelea, guerra. . . no habia más.

Pero, con Evan a mi lado, todo parecia cambiar.

Todo parecia diferente y más seguro.

La fogata iluminaba nuestros alrededores con su luz anaranjada, las ramas comenzaron a crujir pero, nada de eso detenia el calor y la llama ardiente.

—Recuérdame no hacerte enojar.— Dije mientras seguía viendo la fogata aún impresionada.

Evan soltó una risa y comenzó a alejarse de mi lado.

















Cuando entrenábamos, Evan dejaba toda diversión a un lado. Se tomaba muy en serio todo esto incluso, de vez en cuando, se detenía a pensar que más debería yo de saber sobre los ataques de los Elementers y Askanos. Diría que en serio confiaba en mí; no podía evitar preguntarme cuántos humanos sabian lo mismo que yo o incluso más, y entonces, se me vino a la mente aquellas ciudades grandes como Nueva York o San Francisco, esas ciudades vivian en paz con ellos o algo parecido.

—Concéntrate.— Ordenó Evan sacándome de mis pensamientos.

—Lo siento.— Dije mientras sostenía la daga a la altura que me habia mencionado Evan en el entrenamiento anterior, justo a la altura de mi pecho y con firmeza. Evan estaba a una distancia considerable y ahora se habia puesto de espaldas; queria enseñarme qué hacer cuando viera a un Elementer distraido y peligroso o, en otros casos, a un Askano.

Me agaché, comencé a moverme detras de él cuando no estaba viendo y cuando estuve lo suficientemente cerca de él salté encima de su espalda como me habia indicado.

Su espalda era ancha y Evan era alto. Lo rodeé con mis pequeñas piernas intentando no caerme, con uno de mis brazos aprisioné su cuello y con el otro lo amenazé con la daga como habia dicho que debia de hacer; sin embargo, fue inutil. Evan tomó mis ambos brazos con fuerza, mientras yo intentaba resistir. Cuando al fin pudo safarse de mí, se detuvo y comenzó a hablar mientras seguia dandome la espalda.— Lo que yo haria en en estos momentos, seria lanzarte hacia delante.—Se detuvo y soltó un suspiro.—Pero, no lo haré. No quiero hacerte daño.

Parpadeé varias veces.

Supongo que lo que me trataba de decir es que eso seria lo que un enemigo haria si quisiera defenderse de mi ataque fallido.

Tragué saliva mientras sentia como empezaba a sudar.—Hazlo.—Dije.

—¿Qué?— preguntó Evan como si no hubiera escuchado bien.

—Hazlo.—Repetí.— Supongo que el enemigo no se detendria ante la oportunidad , ¿no?.

Evan giro su rostro un poco y aunque no pude verlo bien desde mi lugar, sabia que sonrió de lado.

—¿Estas segura?— preguntó hablando encima de su hombro.

—Si, lo estoy.— Asentí con la cabeza aunque sabia que no podía verme.

Despues de unos instantes, Evan me tomó de los codos y me lanzó hacia adelante como habia dicho. Mis pies dejaron de tocar el suelo y todo mi mundo dio vueltas; mi espalda aterrizó en la tierra de golpe y todo mi trasero dolió. Me quejé cerrando los ojos. Lo unico bueno de todo esto, es que pensé que dolería más que esto; no obstante, tenia que acostumbrarme a los golpes si lo que queria era defenderme.

ELEMENTOS: Amor de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora