38: Peliculas

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Cuando Lina me dejo sola en mi "nueva" y sola recamara me dedique a llorar todo un río. Pero, no todo era tristeza también era frustración, enojo y confusión.

Me recosté en la cama boca abajo, aquella cama no era mi cama. Sin embargo, funcionaba para sollozar contra las almohadas.

No sabia qué diablos hacer. Quería irme. Huir tan lejos como pudiera pero, no quería que me encerraran en una celda si me encontraban intentando escapar.

Mi vida antes de todo esto era tan simple.

Antes de haber conocido a Evan.

Lo odiaba.

Odiaba haberlo conocido.

Zack siempre tuvo razón.

Evan siempre tuvo otros motivos para estar conmigo y para haberme salvado. Me preguntaba si el pasar tiempo conmigo también era parte de su estúpida misión. El maldito beso seguro era solo una ventaja.

Evan me había salvado por primera vez por obligación, no porque quisiera o porque sentía que era lo correcto. Posiblemente, solo lo había hecho porque tenia que hacerlo. Y había muchas diferencias en todo eso.

Mi padre estaba trabajando para el gobierno. Lo que me hacia pensar que posiblemente el gobierno no era tan malo después de todo. Mi padre trabaja ahí por una razón, ¿no? Pero, aquello tampoco tenia mucho sentido.

¿Por qué mi padre que trabajaba para el gobierno— el bando contrario de los Elementer— les pedía ayuda a estos hombres para mantener a salvo a su hija? Y, ¿A salvo de quién exactamente? ¿Mi papá estaría enterado de los Askanos? ¿De ellos queria protegerme? o ¿Quería protegerme del mismo gobierno?

Por un lado odiaba haber confiado tanto en Evan. Pero, por otro lado, mi papá había confiado mi vida a ellos. Y, eso tenia significado para mí. Aunque bueno... los Elementer tenían razones para hacerlo. Protegerme para obtener información. Que buen trato.

Ellos solo me querían mantener viva y seguro por ese maldito trato. En otras circunstancias, ya estaría muerta gracias a Vand y Dyna.

Y, mientras seguía pensado recostada con mis ojos bien hinchados me di cuenta que muchas preguntas estaban inconclusas. Preguntas que necesitaban respuestas o mi cabeza explotaría.

¿Dónde esta mi padre? Era una de ellas. Y ya sabia que no querían decírmelo por razones de mi seguridad pero, nada de eso me importaba. Yo... quería saber dónde se encontraba  y me moría de ganas de verlo de nuevo. Ver su cara, saber cómo se encontraba y que él mismo respondiera mis cuestiones. ¿Por qué se había ido así de la casa? ¿Por qué no se despidió de mí? ¿Por qué no me dijo antes qué era lo que pasaba? Yo habría entendido. Creo.

Mi mente no sabia como llegar a una conclusión de todo esto.

Ni siquiera sabia si había una buena conclusión en todo esto.


No tenia sueño y no tenia hambre. No salia de la habitación por ninguna circunstancia. Lina me traía mi comida hasta mi recamara pero, yo no comía mucho. No obstante, odiaba que oliera tan bien. El plato esta muy bien servido. Era un filete de carne jugoso y tierno, arroz y algunas verduras. Hacia mucho que no comía o veía algo así servido en un plato. De vez en cuando, intentaba comer pero, nada de eso me servia mucho. Solo llegaba a meter dos cucharas en mi boca de aquel arroz bien cocinado y ya estaba. Me volvía a parar delante de la ventana de manera pensativa.

Me gustaba correr las persianas para ver el exterior. La ventana de mi habitación colindaba con la parte delantera de aquel lugar. A lo lejos podía ver el muro del que me había hablado Conall antes. Este lugar era gigantesco. Se suponía que yo no podía salir de aquellos muros. No obstante, podía observar como el portón se abría y se cerraba repetidas veces dejando pasar camionetas negras o dejándolas salir. Estaba segura que mi vecino— el que había visto como se iban de Port Isabel— se refería a esas mismas camionetas. También, estaba segura, que en una de esas me habían traído hasta aquí. Se me retorció el estomago solo de pensarlo.

ELEMENTOS: Amor de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora