41: Peligrosa

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Todos estaban terminando su desayuno/almuerzo. Yo ya no aguantaba el estar ahí sentada. Durante toda la pequeña reunión sentía la tensión entre Evan y yo, aún cuando él se encontraba sentado al otro lado de Lina. Sin embargo, podía percibir sus vibras como si estuviera justamente a lado de mí. También podía sentir algunas miraditas no tan secretas de parte de Pauline. Sus ojos verdes iban de mí hasta Evan, una y otra vez, lo peor de todo es que no era muy buena disimulando sus miradas. Conall después de terminar su postre solo se dedicó a beber de su vaso mientras miraba elegantemente la salida o se acariciaba su barba color caoba. Marcus estuvo profundamente serio durante lo que fue toda la reunión, tal vez simplemente así era su forma de ser. No lo sabía. Lo único que le había escuchado decir fue "¿Qué hiciste qué?" cuando Conall le mencionó que Evan había golpeado a Vand tan fuerte como para ser llevado a enfermería. ¿Pueden creerlo? Un Elementer en una enfermería. Debió ser realmente duro con él. La otra mujer en la habitación, Demetria, también estaba bastante seria pero, de un modo más calmado. Comía lentamente y sus ojos no iban más allá de su plato. No obstante, podía notar un peso invisible arriba de sus hombros que hicieron que, por un momento, se encorvara.  Parecía angustiada, quizás, por la conversación anterior. Yo, también lo estaba. Lina, por otro lado, se encontraba comiendo postre, el mismo que le sirvieron al señor Conall. Al parecer, te lo servían solamente si tú querías.

En algún momento, el señor Conall se levantó de la mesa diciendo que tenía otros asuntos pendientes lo cual en parte me aliviaba porque quería decir que en cualquier momento los demás también se levantarían de sus asientos, ademas de que no me apetecía verlo más y por supuesto eso significaba que yo podía ser libre para irme. La que le siguió fue su hermana, se levantó extendiendo su extravagante corto vestido rojo de una tela muy brillosa y antes de irse me ofreció una sonrisa que yo muy a penas pude devolver.

—Fue un gusto conocerte Emma, espero que pronto podamos hablar... más—No me dio tiempo de responder al darse la vuelta e irse, aunque realmente no sabía de qué precisamente quería hablar conmigo.

Y yo no estaba muy segura de querer hablar con ella.

Pronto solo quedamos en la mesa la mujer de cabello azabache, Marcus, Lina, Evan y yo. ¿Si me levantaba en este mismo instante se veria mal? ¿Recordaba dónde diablos quedaba mi habitación?. Este lugar era gigantesco.

Alguien se aclaró la garganta. Demetria al fin levantó la cabeza y pude sentir sus ojos puestos en mí. Intente disimular que estaba poniendo atención a mi filete, no obstante, no me di cuenta en qué momento me lo había terminado, supongo que estaba más concentrada estudiando los movimientos de aquellos desconocidos que de disfrutar mi comida, aunque dudaba poder disfrutarla de cualquier modo por toda la tensión que rodeaba la habitación. Respire pesadamente.

—Lo lamento mucho.—Dijo la mujer. Nadie respondió en el instante así que levante mi cabeza para asegurarme que no me hablaba a mí. Sin embargo, fue todo lo contrario. Sus ojos color avellana seguían mirándome, observándome. ¿Por qué?.

—¿Perdona?—Fue lo único que logré decir.

Con sus dos manos se acomodo algunos mechones rebeldes hacia atrás y se inclinó hacia al frente con nerviosismo. —Lo lamento mucho.—Volvió a repetir. Pero, yo seguía sin entender por qué razón se disculpaba. Y, conmigo. Quizás vio toda mi confusión en mi rostro y en mi ceño fruncido porque negó levemente con la cabeza y se preparó para explicarme:—Lo lamento porque ellos te golpearon.

Ah, era eso.

—No se preocupe, los moretones ya se me quitaron y creo que mi costilla rota de alguna forma milagrosa mejoró, seguramente fue la venda.—Levanté mi vaso y bebí un poco antes de seguir hablando.—Tal vez, si me hubieran mencionado que me secuestrarían me hubiera preparado para los golpes.

ELEMENTOS: Amor de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora