EvanEstaba observando en la distancia la silueta de Emma.
Aquel vestido rosa pálido y de tela brillosa hacía de ella una escultura.
Ella no lo sabía.
Ni siquiera era consciente de que su presencia era única en la habitación.
Era como el centro de toda mi atención.
Era una forma, una escultura que no debía tocarse, pero te atraía a querer hacerlo. Saber si acaso era tan frágil como se veía, aunque yo ya sabía que no. No lo era. Era muchas cosas, pero... ¿frágil? no.
Quería estar cerca de ella. De su aroma dulce y su calidez natural y humano. Una calidez que no encontraría con nadie más. Yo estaba enterado de que ella se encontraba ahí de pie en aquel lugar de la habitación para que pudiéramos estar viéndonos y no perdernos entre las personas. Pero, lo único que lograba estando ahí de pie es que no pudiera dejar de verla. ¿Era normal lo que sentía? ¿Lo sentían las demás personas que decían estar enamoradas?
Con todas mis fuerzas, logré controlar mis impulsos de ir hasta donde ella se encontraba y llevármela del baile a un lugar más tranquilo. Me gustaría estar sola con ella porque siempre todo era más tranquilo. De alguna forma sentía que el tiempo con ella no era suficiente. Era como si el tiempo pasara lento pero a la vez tan rápido que llegaba pronto la hora de decirle adiós.
Odiaba las despedidas.
Sobre todo odiaba tener que estar lejos de ella.
Pero no podía acercarme ni aunque quisiera. Habíamos bailado juntos y teníamos que seguir manteniendo la idea de que no éramos nada porque no debería de haber nada. Seguía siendo difícil para mí tener que fingir que no sentía nada por ella. Que era alguien para mí sin importancia.
Lo había intentado antes.
No lo logré.
Era una tortura.
Sin dudarlo, volví a observarla.
Parecía estar nerviosa y a la expectativa de lo que pasaría.
Sé que intentaba mostrar un aire despreocupado, pero sus ojos decían todo lo contrario. Estaban abiertos. Alertas de lo que podría llegar a pasar. En cada minuto que pasaba, cambiaba el peso de su cuerpo a otro pie y de esa forma, quizás, llegaba a canalizar su nerviosismo.
De pronto, me encontré observándola fijamente analizándola a tal grado que podía saber su estado de ánimo con solo verla.
Eso era... desconcertante para mí.
Realmente estaba perdido. En el mejor sentido de la palabra.
Yo había temido que sus sentimientos por mí hubiesen cambiado desde que... desde que yo... hubiera sido cómplice de la muerte del padre de Zack. Aquello me llenaba de remordimiento y no me dejaba descansar. Aunque el tal Zack no era totalmente de mi agrado no podía evitar pensar en su padre. Él era un ser inocente en todo esto, como lo era Emma.
Y no me perdonaba por eso.
Nada de eso debió haber pasado así.
Desde que Emma y yo habíamos estado en la biblioteca sentía que sus emociones estaban siendo resguardadas como si fuera a quebrarse si hablaba o si mostrará lo que de verdad ella sentía. Pero, solo con volver a poder besarla creo que confirmé que sus sentimientos no habían cambiado. Entonces algo más pasaba y, de alguna forma, sabía que no tenía nada que ver conmigo. Pero, entonces, ¿a qué se debía?
Sus ojos observaron a mi dirección.
No pude evitar sonreír un poco. Me alegraba que sus sentimientos por mí no hubiesen cambiado. Aunque sabía que íbamos a tener que trabajar aún más para que funcionara todo, sabía que ella seguía sintiendo lo mismo por mí y con eso me bastaba.
ESTÁS LEYENDO
ELEMENTOS: Amor de Fuego
Fantezie"Los Elementer son peligrosos. Habían llegado a la Tierra solamente con varias ideas: destruir, esclavizar o asesinar. No podías con ellos. Una vez que te topabas con uno solo podías huir o pelear hasta morir. Ellos controlan los cuatro elementos-d...