Zack se giró para verme, su mirada con esperanza confiando en que mis siguientes palabras fueran agradables para él. Sus ojos castaños y pequeños estaban mirándome de lejos con atención esperando a que yo dijera algo.
—Quédate—. Dije sin más enfocando mis ojos en los de él. No sabia si estaba haciendo lo correcto, pero era lo que sentía ahora. Quería que Zack se quedara conmigo esta noche; y no solo porque en serio quería, también porque necesitaba de su compañía.
No quería quedarme sola esta noche.
Este día en especial había estado lleno de emociones. Emociones que hace mucho no sentía.
Zack comenzó a sonreír mientras caminaba hasta donde yo me encontraba. Nunca le había puesto tanta atención a su caminar antes, o aquella manzana que se le marcaba debajo de su mandíbula y en la garganta, o en la manera en cómo sus músculos se acomodaban en aquella chaqueta negra de piel. Nunca había visto a Zack de esta manera. Era alto, aunque no demasiado como Evan, pero de igual manera, tuve que alzar mi vista para verle bien cuando llegó a estar delante de mí. Muy delante de mí.
Zack tomó mis manos y comenzó a trazar círculos en ellas relajando el ambiente, mientras tanto, sus ojos no dejaban de buscar en los míos y siguió sonriendo de manera atractiva.—¿Quieres que me quede?—. Volvió a preguntarme, elevando sus cejas oscuras.
Asentí con la cabeza, pero por la mirada que me lanzó me di cuenta que quería algo más que solo un movimiento de cabeza. Me acerque más a él con pasos lentos mientras seguía tomando sus manos.—Si.— Conteste segura.—Quiero que te quedes.
Zack sonrió de lado mostrando un poco sus dientes blancos, sus ojos estaban brillando.—¿Qué hay de Emily?
Mamá.
Solo esperaba que, como dijo Evan, despertara sin saber nada, que pensara que todo había sido una mala pesadilla. De verdad lo esperaba.
—No habrá problema si te vas antes de que ella despierte.— me encogí de hombros.
Mamá parecía confiar plenamente en Zack. Ella sabia bastante bien que Zack buscaba lo mejor para mí, y que, al igual que ella, se preocupaba por mi bienestar. Pero, una cosa muy diferente era encontrarnos dormidos en la misma cama. Eso seria... muy... raro.
Zack solo me dio una de sus otras sonrisas.
Comencé a subir las escaleras guiando a Zack hasta arriba tomándolo de la mano en silencio, al llegar a mi habitación abrí la puerta y nos adentramos a ella. La ventana por donde había salido Evan seguía abierta y la cortina que adornaba la ventana estaba moviéndose con la ayuda de el aire fresco que entraba. Fui de inmediato a cerrarla con seguro alejándome de Zack y soltando su mano, corrí hasta donde se encontraba la ventana y la cerré intentando que mi habitación se sintiera más segura.
Zack nunca dejo de verme y podía sentir sus ojos en mi nuca. Respiré hondo y me di la vuelta recargando mi espalda en la ventana fría.
Seguramente esta escena debió de ser extraña para Zack.
Zack dio algunos pasos hacia a mí, su rostro había cambiado. Parecía extrañado por mi forma de actuar y no podía culparlo. —¿Estas bien? —Preguntó ladeando un poco su cabeza y descendiendo sus cejas haciendo que su entrecejo se arrugara.
—Si, yo... — "no lo estaba "—estoy bien.— Me pasé una mano por el cabello intentando parecer relajada. Me separe de la ventana y me acerque un poco a Zack.—Espera aquí.— Le pedí. En seguida, antes de que pudiera decir algo más, salí de la habitación, dejando a Zack en su lugar.
Bajé las escaleras de dos en dos, cerré todas las ventanas con seguro y las puertas también, inclusive la puerta trasera. Sabia que eso no podía detener a un Askano o a un Elementer, pero solo necesitaba sentirme segura ante todo este asunto.
Subí las escaleras de nuevo, pero antes de volver con Zack fui a ver a mamá una ultima vez.
Abrí la puerta lentamente queriendo no hacer ruido en su recamara que pudiera despertarla, aunque seguro que nada podría despertarla, por ahora. Mamá seguía descansando en la misma posición en que la había dejado Evan. Su cabeza descansando en la almohada y sus cobijas calentando su pequeño cuerpo. Su respiración era estable haciendo que su pecho subiera y bajara debajo de las sabanas. Mis manos temblaron. Recordar el momento en que su cuerpo pálido y sus ojos comenzaron a perderse me ponía helada y hacia temblar mi cuerpo. Dioses, con solo ver como mamá había dejado de luchar, mi corazón dejo de bombear sangre, mi mente no pensaba en otra cosa más. Fue horrible y no podía pensar que esto volviera a ocurrir.
No podía dejar que algo así volviera a ocurrir.
Me adentre a su habitación mis zapatos pisando la alfombra color arena que tapizaba el suelo, llegue hasta mamá y le tome su mano. Sus manos siempre habían estado de cierta manera delgadas y sus dedos pequeños. Su mano estaba cálida. Sin embargo, mamá no despertó con mi tacto, ni siquiera se removió en su lugar lo cual me dio un pequeño pinchazo en mi corazón, porque mamá siempre despertaba rápido.
Una lagrima salió sin esfuerzo resbalándose por toda mi mejilla, la cual limpie rápidamente con una de mis manos.
Llorar no arreglaría nada.
Cerré también su ventana con seguro y después de darle un pequeño ultimo vistazo a mamá, cerré la puerta para comenzar a subir las escaleras de nuevo.
Zack se encontraba recostado en mi cama abrazando una de mis almohadas sobre su pecho. Al abrir la puerta sus ojos se encontraron con los míos y se acomodo un poco.
—¿Dónde estabas?— preguntó extrañado mientras yo caminaba hacia la cama.
—Solo me aseguraba de que las puertas estuvieran cerradas.— Comencé a arrastrarme en la cama con ayuda de mis manos y piernas para llegar hasta su lugar; sus ojos observaban cada uno de mis movimientos. Cuando estuve lo suficientemente cerca de Zack, me recosté a lado de él, poniendo mi cabeza sobre su pecho y con uno de mis brazos, abracé su ancho cuerpo.
De manera lenta, Zack hizo lo mismo, abrazó mi cuerpo con cuidado, como si tuviera miedo que al hacerlo yo quisiera apartarme.
Respire hondo intentando tranquilizarme, aunque era inútil. Me sentía muy mal pero con Zack a mi lado sentía que todo podía mejorar, pero lamentablemente, no podía contarle absolutamente nada.
—Bien, sé que hay algo que no me estas contando—. Dijo como si hubiera leído mi mente. Una de sus manos comenzó a jugar con mi cabello peinándolo con sus dedos. Me gustaba como se sentía. —Nunca me habías invitado a quedarme y eso ya es mucho decir... — Respiré hondo esperando a que lo dejara ir pero sabia que preguntaría. Su pecho subía y bajaba debajo de mi cabeza. — ¿Qué es lo que pasa Emma?
Me reacomode alejándome unos centímetros de él y de su cómodo cuerpo. Mis ojos encontraron los suyos e intente reflejar tranquilidad, solo quería que dejara el tema a un lado y que ya no insistiera. Tal vez, Zack tenia razón en algo. Invitarlo a quedarse en mi casa porque me sentía mal, era algo estúpido y malo. Pero, por otro lado, seguía siendo mi amigo y los amigos están contigo en los momentos más difíciles ¿no?. No me imaginaba como reaccionaria Zack al saber que yo tenia contacto con un Elementer... seguramente no reaccionaria para nada bien.
—¿Puedo preguntarte algo?—Incline mi cabeza hacia abajo como sí mi inseguridad la pudiera ocultar, pero con la extrañada mirada que me dio Zack sabia que yo estaba indecisa en hacer aquella pregunta.
—Claro.
Volví a verlo fijamente pasándome uno de mis cabellos detrás de la oreja y me relamí los labios.
—¿Aún seguimos siendo amigos cierto?—. Pude ver como sus ojos se hicieron pequeños y frunció sus labios. En algún momento su vista se fue a un lugar de mi habitación y al acercarse a mi nuevamente y acomodarse volvió a mirarme de cerca.
—Lamentablemente para mí, si... seguimos siendo amigos.— Sonrió. Sus brazos me alcanzaron y me regresó a su cuerpo.— Aunque quisiera que fuéramos algo más que solo eso.
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ELEMENTOS: Amor de Fuego
Fantasy"Los Elementer son peligrosos. Habían llegado a la Tierra solamente con varias ideas: destruir, esclavizar o asesinar. No podías con ellos. Una vez que te topabas con uno solo podías huir o pelear hasta morir. Ellos controlan los cuatro elementos-d...