23: Almuerzo

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Después de la visita inesperada que tuve anoche era difícil tener mi mente enfocada en lo que hacia. De hecho, Evan DeLury era el único que pasaba por mis pensamientos, por eso cuando mamá me dijo que Zack vendría a almorzar con nosotros ni siquiera reaccioné.

—¿Estás bien hija?— Preguntó mamá al notar que tal vez no estaba prestando atención.

Nos encontrábamos en la cocina. Mamá haciendo la comida y yo poniendo la mesa. Era extraño recibir visitas, almorzar como si todo fuera normal e intentar fingir que estábamos bien. 

No era así.

Estábamos en más peligro que nunca antes.

Si es que eso podía ser posible.

Evan me lo había dejado bastante claro, los Askanos eran una amenaza que muchos o algunos desconocían.

Si tan solo mamá recordara algo del incidente este "almuerzo" no seria una preocupación.

Y, por supuesto, yo no estaría poniendo la mesa.

—Sí, lo estoy. — Respondí— Solo que. . . estoy cansada.— Coloque el ultimo plato en la mesa. Últimamente estaba muy cansada. 

Sarcasmo.

La mesa estaba preparada para tres personas: Mamá, Zack y yo. Pero no pude evitar recordar que nuestra costumbre en esta casa siempre fueron tres platos y tres asientos ocupados todos los días.

El lugar de papá siempre permanecía vacío.

Aparté todos aquellos pensamientos muy al fondo de mi mente. Sí quería que mamá creyera que estaba bien, necesitaba convencerla y ninguno de esos pensamientos ayudaba.

—Últimamente lo estás.— Siguió meneando con la cuchara aquella sopa que estaba haciendo y que olía demasiado bien. Su cabello castaño ocultaba su rostro pero sabia que debía de tener sus ojos marrones muy abiertos mientras hablaba.—Sí no llegaras tan tarde todas las noches podrías descansar mejor.— Se encogió de hombros y me lanzó una mirada por arriba de su hombro.

— Sí, lo siento.—Dije un poco en voz baja.

No quería hablar de aquello pero, sí quería que no sospechara nada debía de dar una mejor excusa. Pero no salió nada. Mamá se me quedo viendo por unos segundos como preguntándose por qué no le contradecía en algo. Lo que era bastante raro en mí.

Mamá iba a decir algo más pero, antes de que pudiera, la campana me salvó, o en este caso, el timbre de la puerta.

Zack.

  —Yo abro.— Dije y me apresuré a llegar a la puerta.

Al abrirla, Zack estaba viendo el suelo.

Yo podía ver perfectamente en este ángulo su cabello recién lavado. Sin embargo, en segundos, nuestras miradas se encontraron, pude ver que su mirada se iluminó por unos momentos.

—Hola.— Saludó sonriendo.

—Hola.— Le respondí también sonriendo. Me aparté y le señale con un gesto en la cabeza que podía pasar.

—Gracias.— Dijo pasando a mi lado.

Permaneció junto conmigo hasta que cerrará la puerta y me acompañó hasta la cocina donde seguía mamá con la comida.

—¡Hola Zack!— Le saludó mamá con bastante entusiasmo cuando lo vio. Zack se adentró a la cocina para llegar hasta mamá.— ¿Cómo estas?.

—Hola Emily .—Saludó Zack. Se dieron un abrazo y después comenzó a apartarse haciéndose a un lado para no darme la espalda. —Estoy bien, lo mejor que se pueda estar, creo.— Sonrió tímidamente.

ELEMENTOS: Amor de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora