14: Amigos

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Después de aquel abrazo, Evan me soltó y se dispuso a salir por la ventana saltando sin dificultad alguna. Al acercarme a la ventana él ya estaba en el suelo, dio un vistazo hacia arriba donde yo me encontraba asomada, su rostro no podía ser distinguido de la oscuridad que había pero yo sabia bien que sus ojos estaban puestos en mí.

En seguida, corrió con aquella velocidad sobrenatural desapareciendo de mi vista.

Ahora tenia que ir a ver a Zack.

Baje las escaleras encontrándomelo en el pasillo, se estaba moviendo de un lado al otro. Estaba vistiendo una camiseta roja con algún dibujo de una banda que no conocía, y después una chaqueta de piel negra. Se veía. . . bastante bien. Su cabello estaba desordenado dándole un estilo despreocupado cubriéndole un poco su frente.

—¿Zack?— Le llame haciendo que detuviera sus pasos, girándose, sus ojos me vieron de arriba hacia abajo con rapidez. Se acercó a mi.

Solo esperaba que no estuviera enojado conmigo aún por lo de el otro día.

Sus ojos castaños me observaron con atención y sus cejas se elevaron.—¿Escuchaste los gritos?—preguntó.

¿Los gritos? ¿Mis gritos?. Dioses, se supone que no debía hablar al respecto. Tenia que mentirle.

—No, ¿Cuáles gritos? — pregunte haciéndome la tonta. Se pasó una mano por su cabello y se alejó un poco recargándose en uno de nuestros sillones.

—Alguien gritó allá afuera. — Sus ojos veían el suelo, se veía realmente alterado y después, en un segundo, los elevó mirándome con preocupación —. ¿Dónde esta Emily?— preguntó preocupado parándose. Eso era lo que tenia Zack que me gustaba, fuera cual fuera la situación siempre pensaba en nosotras. En mamá y en mí.

Podía sentir su desesperación desde donde yo me encontraba.

—Mamá esta dormida—. Contesté acercándome a él.

—Entonces tal vez fui el único que lo escucho.—Se colocó la mano en la frente, como si quisiera tranquilizarse.

Con pasos lentos fui hasta a él. Le tomé aquella mano que llevaba en la frente tomándolo por sorpresa.

Parecía cansado.

—Tal vez no fuiste el único que los escucho pero si el único que se preocupo por ello.— Dije con unas de mis sonrisas. Y lo decía en serio, podía contar con Zack, siempre.

Si yo hubiera estado ahí afuera todavía, él seria el único que se acercaría a saber qué paso sin miedo a nada. Como ahora.

Un poco tarde, pero eso no importaba.

Eso me hacia sentir segura.

Zack me devolvió la sonrisa, aunque pude ver que no era de felicidad totalmente, había algo más en aquella mirada suya, y por primera vez, no sabia que estaba pensando. Cuando estaba a punto de soltar su mano, él se aferró a ella. Sus dedos entrelazándose en mi muñeca sin apretar demasiado. Sus pasos firmes lo acercaron a mí, estaba bastante cerca. Sus ojos castaños parecían algo tristes y sus cejas estaban descendiendo levemente. La casa estaba silenciosa y podía jurar que solo se escuchaban nuestras respiraciones. Mientras me observaba con mucha atención, analizándome con su mirada, su mano bajó de mi muñeca hasta mi palma lentamente entrelazando nuestras manos. La grande mano de Zack cubría la mía completamente.

—¿Por qué me haces esto Emma?— preguntó, el dolor notándose en su tono de voz mientras respiraba hondo.

Incliné mi cabeza y fruncí el ceño intentando entender lo que acababa de decir. Yo no le había hecho nada, o eso era lo que yo creía. —¿Hacer qué?— Le pregunte al fin.

Comenzó a negar con la cabeza mientras soltaba una risa sarcástica en voz baja. Zack elevó nuestras manos entrelazadas en el aire, sus ojos fueron hasta ellas haciéndome que también las observara y entonces, habló:—Tomarme de la mano, sonreírme y después querer alejarte.—Hizo una pausa y bajo de nuevo nuestras manos sin soltarme. —¿Por qué?.

Tragué y despegue mis ojos de los suyos. Nunca hice eso con la intención de hacerlo sentir mal, de hecho, siempre lo había hecho porque siempre hemos sido amigos y hasta ahora me daba cuenta de sus sentimientos por mi, supongo que era hora de aclarar todo.

—Zack, yo... lo lamento.—Le mire a los ojos nuevamente, los cuales estaban atentos a mis labios.— Pero tienes que saber que nunca estuve enterada de tus sentimientos por mí hasta ahora y... —"No se lo que siento", pensé. Pero no podía decirle eso. —Estoy confundida—. Fue lo que salió. Zack me observó sin decir ni una sola palabra al respecto, y solo su mirada me penetraba, analizándome con seriedad.

No me sentía totalmente sincera con él, una parte de mí me decía que había algo más que aclarar, pero no tenia nada que ver con Zack, era con otra persona, y sabia quien, pero no podía admitir nada, por ahora. Nada estaba aclarado en mi vida al parecer. El silencio llenó nuestro espacio, la mano de Zack comenzaba a soltarse de la mía de manera lenta pero aun así lo estaba notando. Algo que odiaba, era hacer sentir mal a las personas y aún más si esa persona era Zack.

Seguí hablando: —Zack siempre hemos sido amigos y. . .—. Intenté llenar el silencio que nos rodeaba, pero Zack se había acercado con rapidez a mí, una de sus manos fue a mi cintura rodeándola por completo y sus labios de pronto y sin previo aviso estaban besando los míos.

Al principio el beso fue lento, pero después comencé a sentir como nuestras respiraciones se aceleraban y el beso fue aumentando de intensidad. Inconscientemente, mis manos fueron hasta su cabello enmarañado y a su nuca acercándolo más a mí. Los brazos de Zack seguían en mi cintura presionándome contra él.

Entonces, Zack detuvo el beso. Despegando nuestros rostros unos centímetros. Sus ojos castaños tenían un brillo inusual que nunca había visto en ellos, haciéndolo más atractivo. Mis ojos fueron hasta sus labios dulces analizándolos detenidamente recordando por completo lo que había pasado hace un segundo y después volví a estar atenta a aquel brillo penetrante que había aparecido en esos lindos ojos pequeños. Nuestras respiraciones estaban agitadas y sus brazos seguían donde mismo.

—Estas cosas no son de amigos.— Dijo entre suspiros. Me quede sin palabras. En seguida, me soltó y dio pasos hasta la salida.

Me sentí fría y sola sin su compañía. Me quede en mi lugar viendo sus pasos y su manera de caminar mientras en mi cabeza intentaba ordenar mis pensamientos.

Antes de que Zack alcanzara a tocar el pomo de la puerta, le llamé deteniendo sus movimientos.

—Zack—. Mi voz sonó suave casi como un susurro. No sabia que iba pedirle hasta que salió de mis labios.

ELEMENTOS: Amor de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora