42: Recorrido

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Evan seguía tomándome del brazo. Caminaba de prisa y me estaba alejando del comedor casi corriendo, no sabía que pasaba por su mente. ¿Desobedecer a su padre? ¿Que cosas buenas le traería?.

Sin embargo, yo no estaba pensando en eso. Pensaba en su respuesta. La respuesta que le dio a su padre antes.

"Muy tarde"

Eso decía muchas cosas que no podía dejar a un lado. No podía hacer como si no hubiera pasado y el que me hubiera sacado de ahí había sido un total alivio. Evan dijo muy tarde porque él ya se había encariñado de mí, porque yo le importaba.

Y eso, hizo algo en mi corazón.

No sabía el qué.

Pero, por otro lado, su padre tenía razón y todo lo que había dicho ahí adentro me espantaba. No quería morir. No quería quedarme aquí sin hacer nada sabiendo eso.

Planté mis pies en el suelo e intenté detener a Evan.—Espera— dije. Pero, no se detuvo y siguió caminando, su mano apretándome el brazo. Ahora me estaba jalando pero parecía tan inmerso en sus propios pensamientos que no se daba cuenta. No podía con su fuerza.—Evan.— Le llamé. Al escuchar su nombre se giró. En cualquier momento estábamos en el vestíbulo. Creo que estaba intentando llevarme hacia afuera. Sus ojos plateados estaban tensos y entrecerrados. Su frente estaba arrugada, su mano presionó su agarre y su mandíbula estaba tensa. Estaba enojado. Pero, estaba segura que ya no era conmigo.—Tu padre tiene razón.—Le dije al fin, eso logró que se acercara un poco más y me soltara el brazo. Pero, su rostro se oscureció y vi un destello en sus ojos plateados pero, tal vez había sido mi imaginación.

—¿Qué?— preguntó cómo si no hubiera escuchado bien.

—Desde hace poco me he hecho la misma pregunta. ¿Qué harán conmigo cuando ya no me necesiten? y supongo que de alguna manera sabía lo que harían conmigo.—Suspiré, logrando que un escalofrío me recorriera la espalda.— Creo que tu padre tiene razón.

Me dolía aceptarlo pero, más me daba miedo y furia. Pensar que en cualquier momento podría pasar y, si antes no me sentía segura, menos ahora.

Evan se acercó a mí en un cerrar de ojos. No me di cuenta en que momento yo había inclinado mi mirada viendo el suelo hasta que sus dedos encontraron mi barbilla y la levantaron para encontrarse con sus ojos que ahora estaban más relajados.

—Puede que él tenga razón.—Dijo. Si intentaba calmarme, no lo estaba logrando. Eso no me calmaba en absoluto.—Pero, en algo se equivoca.—Continuó. Su dedo pulgar comenzó a acariciar mi barbilla y rozó mi labio inferior a propósito. Mi corazón estaba palpitando de manera rápida y, en algún momento, comencé a contener la respiración .—Nunca me apartare de ti y no dejare que te hagan daño. ¿Entiendes?. Eso no pasara otra vez.

Lo había escuchado claramente pero, mi mente se quedó atrapada en esas palabras repitiéndolas una y otra vez dentro de mi cabeza.  Me quede quieta. Desde que conocí a Evan siempre había estado ahí para protegerme. Sí, tal vez las primeras veces me protegió y me salvo porque debía hacerlo pero, ahora sentia, dentro de mí, que iba más allá de eso. Solo esperaba que fuera verdad.

Lo observé. Esta vez, de verdad lo hice. Sus ojos examinaron mi rostro. Sus cejas descendieron y, en un instante, su ceño ya no estaba fruncido, su mandíbula estaba relajada y su frente ya no estaba arrugada. Estaba prácticamente calmado.

ELEMENTOS: Amor de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora