No bajé a desayunar.No tenia ni el mínimo deseo de ver a Conall a la cara o... la cara de Evan. Lo único que deseaba era irme de esta mansión, dormir en la comodidad de mi cama, despertar la mañana siguiente sabiendo que vería el rostro de mi madre sonriente, comería de nuevo aquellos frijoles sin quejarme y jamás volvería a molestar a mamá con la idea de irnos de Port Isabel. Eso era lo que menos me importaba ahora. Queria simplemente estar con ella. Queria estar en casa, de nuevo. Pero, eso no pasaría hasta dentro de un tiempo.
Despues de que Evan me mencionará que mi madre seguía con vida y que aún se encontraba en casa, un alivio se extendió en mis emociones a la vez que aumentaba mi deseo de huir, irme o correr de este lugar.
Él me había dado la esperanza que necesitaba.
Era irónico que antes había deseado irme con tanto deseo de Port Isabel y, ahora que estaba en Los Ángeles, deseaba regresar a mi hogar; un pueblo sin vida pero, con la gente que yo más amaba.
Ni siquiera había tenido la oportunidad de salir al menos una sola vez de esta mansión para visitar la ciudad de Los Ángeles y poder observar como todos se comportaban. Realmente no me importaba. No ahora.
Mi atención atravesaba el cristal de la ventana. En la lejanía aún se podían ver las torres de vigilancia que habían construido los Elementer para vigilar el exterior de la muralla. Estaba contando los días para irnos de aquí cuando alguien tocó la puerta.
Sobresaltándome, apreté la daga cerrando el puño alrededor del mango. Me sentía alerta cada vez que escuchaba a alguien fuera de mi puerta. Por alguna razón, presentía que Conall enviaría a alguien por mí y que la abofeteada que había recibido por parte de él solo había sido el principio de todo.
No había manera de poder ver de quién se trataba antes de abrir la puerta, así que, no respondí y no hice ningún ruido pero, observé la puerta con inquietud.
Entonces, alguien habló.
—Emma, soy yo. Te traje el desayuno.—La dulce voz de Lina traspasó la puerta, aunque había sido de forma débil la había escuchado.
Me relajé y volví a esconder la daga detrás de mi espalda baja de nuevo.
Nada de lo que había pasado fue por causa de ella, pensé pues, me sentía mal no querer abrir la puerta cuando se trataba de ella.
Pero, de todos modos, me quede callada por unos segundos.
Escuché como se había acercado más a la puerta.—No tienes que hablarme. Puedes tomar la comida y cerrar la puerta de nuevo.—Su voz era de aquellas que te convencían de hacer cualquier cosa. No sabía si era su amabilidad pero, siempre influía en mí de forma positiva.
Intenté que no me persuadiera. Pero, antes de darme cuenta me acerqué a la puerta y la abrí lentamente.
Lina sonrió como de costumbre, mostrándome sus blancos dientes en aquel rostro pálido pero, lleno de brillo; en sus manos sostenía un plato lleno de comida que yo no me sentía merecedora de poder comer.
Mamá y Zack no pueden comer esto, volví a pensar.
—Lina yo...
—No tienes que decirme nada.—Me ofreció el plato junto con un vaso lleno de agua fresca, el cual sujeté primero solo por educación.
—Gracias.— Intenté darle una sonrisa pero creo que hice una mueca.
Comencé a cerrar la puerta de nuevo, sin embargo, Lina me detuvo. No me impresionó que lo hiciera porque sabia que Lina iba a intentar convencerme.

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ELEMENTOS: Amor de Fuego
Fantasy"Los Elementer son peligrosos. Habían llegado a la Tierra solamente con varias ideas: destruir, esclavizar o asesinar. No podías con ellos. Una vez que te topabas con uno solo podías huir o pelear hasta morir. Ellos controlan los cuatro elementos-d...