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Atlas:

Doy vueltas en la cama, girando y  tratando de conciliar el sueño.

No puedo dormir y menos cuando la imagen de la loca está en mi cabeza, su imagen mientras devoraba con ganas el pastel que compré.

Su imagen chupando de la cuchara.

Joder.

¿Por qué demonios lo chupaba así?

¿No sabe que puede causar estas sensaciones en un hombre? O es muy inocente o lo hizo a propósito.

Me inclino a que no se dio cuenta, por muy inocente que aparente con esas largas faldas que cubren sus piernas, Jamie Stuart no tiene ni una pisca de inocencia.

Su altanerismo me lo confirma, tampoco creo que lo hiciera apropósito, un golpe directo para mi ego debo admitir con fastidio, pero ella no parece de las mujeres a las que soy su tipo.

Raro, pero ya lo acepté. Jamie Stuart prefiere las ratas de bibliotecas, los inteligentes y aburridos como el tío de literatura.

Supongo que la única manera que tendré su atención es si llevo un libro conmigo. Algo que jamás pasara y que ni siquiera debería pensar.

Tomo un respiro.

¿Qué me importa a mi?

Pongo la mirada sobre el techo y mi mano se desliza a mi entrepierna, la tengo dura como un roca.

Trato de cerrar los ojos y nuevamente aparece la imagen de la cuchara y Jamie.

Mierda.

Ya he llegado al tallo, mis venas se marcan y los deseos de masturbarme crecen, mientras la imagen de la loca vecina con la cuchara sigue recorriéndome la cabeza.

Maldita sea, no necesito tocarme.

Soy Atlas Corbett, conseguir una mujer no es difícil para mí.

Me levanto de la cama, es inútil, por más que intente dormir no lo lograre y no es lo que necesito ahora, sino un polvo de una noche.

Son las cuatro de la mañana, pero la hora no impedimento para mi. Salgo de la habitación y bajo las escaleras, sin mirar la puerta de Jamie.

Observo a los policías y me da igual si me siguen o no, no llevo mi coche del estacionamiento, prefiero que un taxi me traiga y así evitar más problemas por el alcohol que tal vez consuma hoy.

La patrulla empieza a seguir mis pasos e ingreso al primer bar que encuentro, con un plan fijo.





Jamie:

¿Qué es lo que se siente despertar con gemidos y jadeos bastante exagerados?

Lo acabo de vivir ahora mismo.

Incomodidad, enojo. Fastidio.

Porque arruinaron mi perfecto sueño, mi único lugar donde puedo tener una cita con Ángel.

Me tapo los oídos con la almohada y trato de seguir con mi sueño, aprieto los ojos y el gemido crece.

¿Es que están matando a esa chica o como?

Salgo de la cama en pijama y me dirijo a la puerta, al abrirla me doy cuenta que no soy la única a la que se han despertado gracias a los ruidos sexuales, al menos cuatro vecinos están fuera de sus departamentos y dos de los inquilinos frente a la puerta de Atlas Corbett.

Field GoalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora