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Jamie:

—Exposición de botánica. —Leo el título del folleto mientras cruzamos las puertas que nos llevan a la exposición.

Atlas me extiende la mitad de mi entrada y la suya la guarda en el bolsillo.

—¿Cómo?

Antes de realizar la pregunta, él ya me responde.—No es difícil saber lo que te gusta, al menos para mí no.

Al final él me ha tenido una sorpresa.

Sonrio y me detengo justo donde hay un grupo de visitantes, afuera es de noche, pero adentro parece de día, sobre todo por la iluminación del juego de luces, el cual da la impresión de estar en un propio bosque y de día.

—¿Deberíamos unirnos al guía o ir por nuestra cuenta?.—Abro el folleto e intento seguir la indicaciones que te llevan a cada sección sin perderte de ninguna atracción.

—Lo que desees, yo solo quiero esto.—Estira la mano y toma la mía.

Paso de sorprenderme a estar sonrojada, pero termino entrelazando nuestros dedos. 




(***)






Tomamos un descanso de la exposición, la cual al final decidimos tomar con un guía. Llegamos a la sección de refrigerio y regreso a la mesa, la cual alcanzo a tomar Atlas, mientras yo hacia el pedido.

Coloco el pequeño cesto protegido con papel y donde encima se encuentras las papitas fritas junto a los Nuggets, mesclado con la mayonesa y el kétchup, mientras con la otra mano llevo la basa que trae los dos vasos de Pepsi.

Me siento al lado de Atlas, quien enseguida roba un par de papitas.

Le entrego su vaso y comienzo a devorar una por una también, de pronto siento una papita a la altura de mi boca.

Abro los ojos al ver a Atlas, pero igual lo tomo y mastico.

—Hoy estas más cariñoso que otros días.—Menciono sonriendo.—¿Algo en particular?

Se mete un Nuggets a la boca.—Quería saber que es ser cursi por primera vez.

Me extiende otra papita y la tomo con los dientes.

—¿Te gusta la exposición?.

Asiento con la cabeza.—Aunque aún no he visto a la familia de Penny.

—Podemos saltarnos el tour e ir de frente ahí.—Toma el folleto de mi bolsillo.—Plantas carnívoras.

Sonrio y lo tomo del rostro, mis labios buscan los suyos y pruebo el sabor salado de las papitas sobre su boca.

Atlas me devuelve el beso, más calmado y más tierno, no se separa de mi hasta que yo lo hago.

Sus ojos me observan y sus labios se apartan, como si deseara decir algo, pero creo que me equivoco, porque no dice nada y a cambio le extiendo una papita hacia su boca.

Mira la papita y luego a mí.

Arqueo una ceja.—Vamos, yo también quiero ser cursi.

Me sonríe y lo recibe.

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