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Atlas:

El cuerpo me pesa y huelo a vómito, también tuve que negociar un bien precio para que el taxista nos llevara a mí y a la loca al edificio.

Él se estaciona y me ayuda a subir a Jamie a mis espaldas mientras ella sigue diciendo incoherencias.

—No te atrevas a vomitarme de nuevo, mujer loca.—Le ordeno, asiente con la cabeza, pero se lleva la mano a la boca.—¡Jamie!

Se ríe dejando caer la mano y acomodándose en mi espalda.

—Solo bromeo.

Espero que si sea solo una broma.

Tomo un respiro e inició mi caminata hacia adentro del edificio, tomo el ascensor y cambio de postura cuando esta por caerse, sus pies tocan el suelo y coloco su brazo apoyado en mis hombros, arrugo la nariz al sentir el olor nauseabundo de su vomito en su ropa y en la mía, limpie lo que se pude, pero el olor no se ha ido como la suciedad.

Voy a terminar botando estos pantalones.

—Hueles a mierda, Jamie y no te iras a la cama sin un baño.—Suelto y ella se ríe.

El ascensor se detiene y ambos salimos, la ayudo a llegar a la puerta de su departamento.

—¿Las llaves?

—En mi bolsillo. —Dice, pero está buscando en mi bolsillo.

Sonrio. —Loca.

Ella cierra los ojos y deja caer la mano.

—Con tu permiso, voy a examinarte.—Le menciono.

—Okey.

Mi sonrisa se mantiene, busco en los dos bolsillos delanteros de su horrorosa falda y encuentro la llave en el izquierdo. Meto la llave en la cerradura y abro la puerta, ambos ingresamos y de un golpe con mi pie la cierro, para luego dirigirme hacia el baño.

Ella intentar ir al dormitorio, pero la detengo.

—Ni siquiera lo pienses, no te vas a ir a dormir con esa mierda encima.

—Pero quiero dormir.

—Después...

—Okey..

Me gusta que sea obediente, de por si es mi debilidad, imaginen lo que me debe gustar con ella.

Enciendo la luz de baño y la hago sentarse sobre la tapa del inodoro, mientras me encargo de la regadera. Extiendo la mano y pruebo la temperatura, regreso a su lado para empezar a desvestirla.

—Ven, quítate eso. —Le ayudó con la camiseta, su piel se expone ante mis ojos, pero cuando la camiseta ya está doblada a la altura de sus pechos, ella me detiene.

—¿Qué haces? Primero debes invitarme a salir.

Me río. —Haré eso después..

—No, debes ir en orden. Invitarme a salir y después ya podemos hacer esto.. —Enumera y sus mejillas se tienen de color.

Vuelvo a reír.—Esta noche no, Jamie. Esta ebria y está llena de vómito. No voy a cogerte así.

Abre los ojos por la palabra, pero enseguida se vuelve la Jamie obediente.—Okey.

Aunque prefiero la Jamie altanera y respondona.

Logro que se quita la camiseta y sus senos ajustados en la copa del sujetador negro salen ante mi vista. Trago saliva y los deseos en mi cabeza aumentan, mientras el piquete en mi entrepierna es doloroso.

Field GoalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora