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Atlas:

No voy a vender mi coche. —Me meto la idea en la cabeza. —De ninguna manera venderé mi maldito coche.

Tomo un respiro y observo los billetes repartidos en la mesa del comedor, los he separado: por comida, por pasajes y por pensión.

Tendré que conformarme con cosas simples de abastecimiento, aunque nunca he sido bueno cocinando, ni tampoco me moleste en aprender.

¿Por qué hacerlo si tenía gente que cocinará para mi?

Vaya que tenía la vida resuelta en ese entonces.

Me paso las manos por la cara, frotando mis ojos.—Maldita sea.

Escucho los golpes en la puerta, regreso el dinero a la caja donde la guardo y me pongo de pie. Una vez abierta la puerta, ahí está.

Jamie Stuart.

Y esta vez trae un pastel de chocolate.

Arqueo una ceja. —No necesitas traer un pastel cada vez que te ayudo o pidas disculpas.

A ella parece darle igual.—Esta bien, me gusta la repostería.

Me hago a un lado dejándola pasar. Jamás conocí a una mujer que amara tanto cocinar, además de mi tía.

Jamie busca en la repisa algunos platos y cubiertos que alcance a traer conmigo. Observo como corta el pastel y lo pone en cada plato.

—¿Te gusta mucho cocinar?. —Pregunto mirándola.

—¿No se nota?

Cojo la cuchara y recibo la tajada de pastel, parto un pedazo del queque, lo meto dentro de mi boca y mastico. El sabor es bastante dulce para mis estándares, claro que sí tuviera que cuidar una dieta para el próximo partido, pero al no tener que hacerlo acepto este nivel de dulce en mi organismo.

Paso el pedazo y sin mirar pregunto. —¿Te gusta tanto como el tío de literatura?

Deja de cortar el pastel y pone los ojos en mi, enseguida se sonroja.

—No se de que hablas.

Ni si di qii hiblis.

Ella frunce el ceño.

—Fue bastante obvia la atracción tuya hacia el.

Se muerde el labio.

Suspiro. Esto no me interesa, no tendría porque interesarme.

¿Por qué le hice la pregunta en primer lugar?

Carraspeo. —¿Dijiste que te gusta cocinar, no.—Le recuerdo cambiando drásticamente el tema, pero mi cabeza no deja de pensar en ello.

—Si..

—Bien. —Sonrio. —Tengo una propuesta para ti.





(***)




Le doy tres golpes a la ventana de la patrulla con mis nudillos, el oficial abre su ventana y pone su mirada sobre mi.

Llevan siguiéndome dos cuadras.

—Hijo.. ¿A dónde vas?.—Busca saber sin que yo haga la pregunta.

Field GoalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora