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Atlas:

Dejo a Jamie en casa y voy por su coche, el segundo viaje es más tranquilo ahora que se que ella esta bien, 

O casi tranquilo.

Porque aunque en mi mente todavía hay pequeños datos de lo que pudo contarme y me siguen teniendo en alerta.

Le apuntaron con un arma, intentaron dispararle y aunque el cartucho resultó vacío , lo hicieron, hubo la intención y Ander no la hubiera protegido.

Si esa arma hubiera estado cargada... no quiero ni pensarlo.

Trato de alejar esos pensamientos y después de 30 minutos, otra vez estoy en su puerta. Jamie abre y me deja pasar. Me ofrece algo, pero lo único que quiero es saber si ella realmente está bien.

Reviso su cabeza.

—Estoy bien, solo me cayó una piedra.—Intenta calmarme.

Tomo un respiro. —¿Qué sucedió? ¿Vas a contarme todo con detalle ahora..?

Pasa la saliva y separa los labios, escucho atento lo que va a decirme.—Ángel y yo fuimos ...

—¿Ángel?

—Si, el estuvo conmigo. — Responde ella, imagino que si, le pedí que la cuidara, al menos eso hizo.

—¿Y donde estuvo el? No lo vi.

Sus labios se aprietan.

—Jamie.

—Ángel se fue.

Arqueo una ceja y la veo pasar saliva, con nerviosismo.

—El se levantó y se...

—¿Qué?. —La detengo. —¿Se fue? ¿A dónde mierda se fue? ... ¿El te dejó sola?

Mis manos se forman puños, siento el enojo apareciendo dentro de mi.

—Atlas...—Ella niega, pidiendo que me calme.

—¡Y una mierda! ¡Te dejo sola! ¡Maldita sea! ¡Realmente se atrevió a dejarte sola!

—Solo cálmate.... por favor. —Me pide.. —Atlas, escúchame... los chicos.. se llevaron a los chicos, tenemos que hacer alg..

—Los soltarán.

—¿Qué?

—Ha sido una pelea de pandillas, los soltarán mañana. Así es esto.

—No podemos dejarlos ahí hasta mañana. 

—Te prometo que todo estará bien. —Le digo, ya he pasado por esto antes.—Y si no sucede así, me encargare, pero lo más probable es que mañana los suelten con una advertencia. Así es la ley de ellos, no podemos hacer nada.

Su mirada baja, decepcionada. —Pensé que podía pararlos.. ¿Sabes?

—Jamie, esto no tiene que ver solo contigo, las decisiones que deben tomar y el camino que eligen solo pueden hacerlo ellos.

—Quizás no lo logre porque mi compañero no estaba conmigo.—Levanta la mirada a mi rostro.

—¿Ahora soy un compañero?.—Me siento algo ofendido por eso.

Ella sonríe despacio, tomo su rostro entre mis manos y acaricio su labio con mi pulgar, antes de reclamarlos otra vez.

Nos besamos y la hago retroceder, hasta levantarla y llevarla al mueble. Mi cuerpo termina sobre el suyo y nuestro beso acalorado acaba.

—Te quiero. —Me dice ella, el corazón me da un salto. —Yo también te quiero, Atlas.

—Seria fatal si no lo hicieras.

Field GoalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora