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Jamie:

—¿Sabes que encontraron un preservativo usado en el gimnasio?. —Gia suelta la pregunta y casi escupo del café que estoy bebiendo.

Aparto el vaso de mis labios y me sonrojo.

—Vaya manera de estrenar el gimnasio estos chicos. —Suelta ella con una sonrisa. —Me hubiera gustado estrenarlo yo.

Muerdo mi labio y ella bebe de su café. —Aquí es donde me llamas la atención por esos pensamientos.

Mi cara arde.

Trago saliva. —¿Y ya averiguaron quien fue?

Ella encoge los hombros. —¿En esta escuela?. —Me observa incrédula. —El director no se va a tomar las molestias de averiguarlo cuando el 90% podría ser culpable, conoce como son los chicos. —Ella vuelve a beber del vaso descartable y suspira. —¿Sabes? Creo que la próxima vez lo hare yo.

Aprieto los labios.

—¿Qué pasa? ¿No tienes ningún comentario? Se que estamos acostumbrados a este tipo de cosas que pasan en la escuela..

—No es eso... yo.. —Muerdo y suelto mi labio. —Lo que sucede...

Y se lo cuento, le cuento todo, pero sin detalles sucios.

Observo el rostro de Gia transformarse y cambiar a uno lleno de sorpresa, los ojos empiezan a brillarle con emoción.

Se lleva una mano a la boca cuando termino de narrar y empieza a reir.

—No te rías.

—No me pidas imposibles, eres toda una perra traviesa.

—¡Gia!

Ella vuelve a reír.

—Me has superado, estoy orgullosa de ti.

Suspiro.

—Eso es de imposible.

—¡Oye!

Me rio y le doy otro sorbo a mi café.





(***)




Salgo de la escuela y me acerco a Atlas, quien está cubriendo con pintura las paredes que amanecieron garabateadas con aerosol. A colocado papel periódico bajo sus pies para evitar manchar el suelo mientras pasa el rodillo con pintura crema una y otra vez hasta que esos dibujos obscenos desaparezcan.

—Hey.

Se detiene y pone los ojos en mí, no hemos tocado el tema desde la llamada y creo que el trata de evitarlo.

Tomo una brocha, de las que se encuentran en el bote de pintura y lo acompaño a seguir arreglando la pared.

—¿Quieres que salgamos hoy?. —Pregunto, él se mantiene callado. —Ir quizás al hospital.

Él se detiene, me vuelvo hacia él, bajando la brocha.

—¿Tú crees que deba ir?

—¿Tú quieres ir?

Vuelve a pintar la pared, ignorando mi mirada.

—La última vez que estuve ahí sentí el peso por la culpa y ... me alejé de ti.

Field GoalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora