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Jamie:

Si me dijeran que esperaba ver a todo el equipo de Los pioneros de Boston esta noche, no lo creería y casi no lo creo aunque los tengo delante de mi.

Cuando Atlas dijo que haría una llamada no se me paso por la cabeza que fuera esto y  ahora nos encontramos en otro hospital, con mejor atención para la abuela de Michael.

Michael se acerca a mi, dejando a su abuela dentro del cuarto con una enfermera, quien le revisa el ritmo cardiaco.

Sonrio al poner los ojos en lo que si parece la habitación de un paciente.

—El equipo cubrirá los gastos.. ¿Es una buena noticia no?

Michael asiente con la cabeza . —Si, lo es. —Mira a ambos lados. —¿Dónde esta el entrenador? Me gustaría hablar con el.

Me giro buscando a Atlas, es verdad, no está en un buen rato.

—Debe estar con sus compañeros. —Menciono volviéndome hacia el. —No debe tardar, Michael.

—Eso espero, no quiero que se vaya sin agradecerle... lo que hizo hoy. Llamar a los pioneros y conseguir este hospital.—Niega como si no tuviera palabras para describirlo.—El es increíble ¿No?

Sonrio, mi corazón acelerándose mucho. —Si, lo es.







Atlas:

—Gracias por esto. —Reparto un apretón de manos con todo mi equipo y Walter se queda conmigo, mientras los demás inician una conversación sobre su último partido.

Tengo poco tiempo, pues la limusina se encuentra afuera esperando por ellos y la prensa no tardará en enterarse que están aquí.

Que uno venga a ver a Francis o incluso dos es normal, pero que todo el equipo esté presente es para un reportaje y le llena los bolsillos a los periodistas deportivos.

—¿Estamos bien, hermano?

—¿No debería ser yo quien pregunte eso? . —Menciono y el se gira a ver al equipo detrás de ellos.

—Ya no están enojados, Atlas. —Encoge los hombros. —Nos costaste tres jugadores contándote, pero aún así iremos a la final.

—Francis y Bruno.

La sonrisa se le borra del rostro a Walter.—Deberías verlos, también están en este hospital, lo sabes.

Claro que lo sé.

—No hace mal una visita.

—¿Y de verdad piensas que quieren verme? Francis, pero Bruno... el..

—No lo averiguaras hasta que vayas.—Me suelta.—Hermano, los pioneros no somos cobardes.

—Claro que no.

Walter sonríe. —¿Cuánto tiempo te queda?

—Dos meses y un par de semanas más.

Asiente con la cabeza. —Justo a tiempo para el juego ¿No? Con suerte quizás el jefe te deje volver para el juego final.

El jefe es nuestro entrenador.

—Casi les eché a perder esa oportunidad.

—Y no pasó. —Me detiene. —Hablo por todos, hermano. Todos quieren a Atlas Corbett en el campo el día de la final.—Walter niega.—Te necesitamos, todos lo saben.

Field GoalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora