Jamie:
Abro los ojos por la mañana y tengo la imagen mental de Atlas a mi lado, ocupando el espacio libre.
Sus ojos se abren y yo le sonrio.
Hoy es..
Hoy cenaremos con su familia.
—¿Dormiste bien?. —Pregunta subiéndose encima de mi cuerpo desnudo y sacándome una sonrisa.
—Me da miedo levantarme.
Una sonrisa arrogante cruza sus labios, me toma la mano y ubica los ojos ahí, para luego llevar mis nudillos a sus labios y mirarme fijamente.
—Te dije que una vez mía no te dejaría descansar.
—Me gusta que mantengas esa promesa.
—Y pienso ponerla en práctica ahora.
Me sujeta el muslo y eleva mi pierna en su hombro, una presión me frota el estómago y el guía la cabeza de su amigo en mi entrada.
—Espera, aun no estoy...—Le advierto.
No me penetra, frota el glande por la caída empezando por mi monte hasta mi clítoris, roza no una sino varias veces, hasta que esa zona palpita con la caricia de su pene.
Vaya manera de despertar.
Mi cuerpo reacciona y el calor que desprende mi vagina no tarda en arrojar los fluidos entre mis muslos. Atlas empapa la punta con mis jugos y me sonríe.
—Te mojas muy rápido.
Su voz ronca me calienta, podría correrme solo oyéndolo junto a mi oído y recitando palabras sucias.
—Atlas...—Arqueo la espalda, mis caderas se mueven, mi vagina exige esa polla dentro.
—Que ganas de follarte con la boca, Jamie. — Se detiene y baja los dedos cerca de la cabeza de su polla.
Atlas roza de arriba hacia abajo empapando más su glande, los fluidos se resbalan por la longitud y él se ubica justo en la entrada, de tal forma que solo basta un empuje para calentarme el interior.
—Dejémosle esto a mi polla, al menos hoy.
Me penetra, duro. Ambos jadeamos, levanto la cabeza y el gruñe.
Sus embestidas dan inicio, atacando desde el principio con violencia mis caderas, lo recibo hondo y vuelve a salir, mis paredes lo succionan cada vez que entra y a él le excita más eso.
—Jodida mierda. —Me aprieta el muslo y vuelve a atacar.
Atlas se deja caer sobre mí, su mano abandona mi pierna para sujetarme las muñecas a cada lado de la cabeza, levanto las piernas al ser mi único sostén contra su cuerpo y lo recibo complacida, soltando gemidos altos que ni yo misma sabía que podrían salir de mi boca.
Me muerdo el labio y no puedo mantenerme así mucho tiempo, cada empuje me roba un nuevo gemido que no puedo ahogar, ni siquiera con sus besos.
Sale y entra sin detenerse, lo siento más brusco y más dura su carne, mis caderas con la suyas hacen eco y el ruido de la madera vieja de mi cama se une a ellos.
Atlas tiene una postura y un ritmo fijo, en cada empuje no se desvía, se mantiene ahí en un movimiento constante y acelerado, su longitud me abandona por completo para volver a llenarme de un solo golpe y me gusta, no tiene idea de cómo me gusta que me folle así.
Duro, constante y violento.
Las muñecas me duelen por la presión que ejercen sus manos en ellas y cuando sus penetraciones rápidas adquieren más profundidad y salvajismo, sé que está apunto de correrte.
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Field Goal
RomanceLa estrella de Baloncesto, Atlas Corbett, cometió un error que le costo caro. Motivo por el cual perdió su nombre, un juego importante y hasta posiblemente su oportunidad de seguir en el equipo "Los pioneros de Boston". Atlas recibió como lección re...