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Jamie:

La demanda de los padres de Kennan y Jonathan contra la negligencia policial que cometieron los dos hombres se hizo y la fecha en la que se llevaría a cabo la audiencia no tardó en darse.

El dos de enero.

Aún faltaba un mes completo para ello, pero eso no significo que mientras los abogados de los padres intentaban llegar a un acuerdo, nosotros en la escuela y sobre todo en las redes, no nos quedamos callados.

Gia con ayuda de Stephen crearon un grupo de Facebook en el que empezaron a unirse primero todos nuestros conocidos en la escuela entre profesores y alumnos, después siguiéndoles chicos alrededor de la zona que rodeaba la escuela, la noticia se dio a conocer y pronto muchos manifestantes en contra del racismo y que asistían a las marchas, pedían la solicitud para ingresar al grupo.

Reviso la página en la laptop, mientras Atlas prepara el desayuno.

Me extiende una taza de café, colocándolo delante de mí, con sus brazos cubriéndome por detrás.

—Gracias.—Pronuncio recibiendo la taza.

Él apoya su mentón en mi hombro.—¿20 mil miembros?

—Y sigue creciendo. —Abro las estadísticas y señalo.—Mira esto...

—Es de otros países.

—Algunos son de países vecinos y muchos de ellos le escribieron a Gia al privado. Dicen que también sufrieron de racismo mientras residían aquí. —Encojo los hombros.—Quieren hacer un cambio.

Bebo un sorbo del café y lo escucho detrás de mí.

—Como todos.

Me giro y me sostengo de sus hombros, Atlas me besa y sus manos van directo a mis nalgas, por encima de mi pijama. Desvía los besos a mi cuello y mis ojos se cierran.

—Llegaremos tarde.

—Una hora tarde no hará la diferencia.—Me levanta, mis piernas lo rodean y el inicia su camino a la habitación.

En el proceso me muerde la oreja.

—¡Atlas!

Se ríe y en nuestro nidito de amor, somos felices.





(***)






—¿No sientes que es algo serio?

—La siguiente semana entramos a Diciembre.—Comenta Gia mientras bebe de la Coca Cola que lleva en las manos.

Aparto los ojos de mi almuerzo y sigo sus ojos, la mirada de Gia se encuentra en Stephen, quien está colocando volantes sobre el mural. El director nos permitió hacerlo y tampoco es como si pudiera negarse con todo el alboroto que estamos causando.

—¿Entonces tú y Stephen? .—Al escucharme decir su nombre se vuelve hacia mi.—¿Es algo serio o no?

—¿Qué? ¿De dónde sacas eso?.—Coloca la coca cola sobre la mesa.

—La expresión que tienes ahora mismo me lo dices.—Suspiro.—Gia..

—Solo es sexo, ya me conoces y aunque prometí que no lo vería más...

Espero la explicación.

—Tiene 21 años, Jamie.

—Ajamp. ¿Y si mejor esperas a que se gradué? Ya casi estamos en diciembre ¿No?—Le recuerdo.—Te vas a meter en problemas si alguien lo descubre... ¿De verdad vale tanto la pena como parar arriesgarte a un despido?

Ella se lo piensa.

—Y así dices que no es serio.

—Prefiero mantenerlo así.

Dios mío.

—Y ya que se nos va el año y ahora tenemos un gimnasio... ¿Crees que podríamos despedirlo con el primer baile en esta escuela?

—No lo sé, no creo que sea buena idea el hacer una baile de fin de año en esta ocasión.—Digo recordando la situación en la que estamos.

Ella me observa apenada.—Tienes razón. ¿En que estaba pensando?

—En darle un poco más de luz a este lugar.—Respondo y Gia sonríe despacio.

También me gustaría un baile por ser la primera vez en mucho tiempo en tener un gimnasio donde realizarlo, pero tenemos prioridades antes.

Gia vuelve a mirar a Stephen.

—¿Decías, Gia?.—Suelto y ella me ignora.

Ruedo los ojos y empiezo a devorar mi almuerzo.






(***)





—Hay una rosa obstaculizando mi vista.—Menciono observado esa rosa sobre las hojas de ejercicios en escritorio.

Levanto la mirada y me encuentro con los ojos color chocolate de mi novio.

—Atlas...

Me sonríe.—¿Más ejercicios para el examen final?

—Solo faltan las preguntas.—Le recuerdo y sostengo la rosa blanca en mis manos. Una sonrisa se instala en mi cara.—Es hermosa, gracias.

Me recuerda a las rosas de Ángel, aunque no quiero recodarlo a el, pero lo recuerdo porque el gesto de Atlas a diferencia de las suyas si ha echo emocionar mi corazón.

Atlas se inclina hacia mí, lo observo con sorpresa, pero enseguida recibo su beso, mientras se apoya con ambas manos sobre mi escritorio.

Su boca abandona la mía y lo observo con los ojos abiertos, no he tenido tiempo de responderle igual.

—¿Tienes tiempo para dejar esto y salir conmigo?

—¿Ahora?

—Si.

Miro la rosa y luego a el.—¿Y a dónde iremos?

—Donde quieras.—Toma un respiro y continua.—Solo ten una cita conmigo esta noche, Jamie Stuart.

Field GoalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora