40. Tormenta y peligro

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Somos mucho más de lo que las personas nos hacen creer.


Bianca

«¡Muerte a la perra de la mafia!» , es lo que Italia clama a viva voz entre la crisis y las llamas del infierno.

Exhalo intranquila moviéndome de un lado a otro en la pequeña casa de piedra a la que Rossi nos condujo desde hace días. El lugar es precario, pequeño pero seguro. Está situado en una especie de pueblito donde la gente sólo cría animales y cuenta con un sistema de alta seguridad que nos protegerá de los enemigos por ahora.

El plan es esperar un corto tiempo antes de irnos a Estados Unidos donde mi apellido pesa lo suficiente como para tener al menos dos meses de protección internacional absoluta, pero primero debemos tratar de salir de Italia, sacar todo el dinero que podamos de mis cuentas extranjeras además de diamantes.

—Señorita Simone—Méndez aparece por la puerta, Elena llega con él y se mantiene en silencio.

—¿Qué sucedió? —hace una pausa, su rostro es más serio que de costumbre—¡Dime de una vez qué demonios pasó!

—El gobierno dispuso la cancelación de todos los vuelos comerciales además de privados. Nadie puede entrar ni salir de Italia, si se ve algún avión operando entonces lo derribarán por orden del presidente. Las fronteras están bloqueadas también.

—Hijos de puta—siseo.

—El presidente Martello le ha declarado la guerra públicamente, la hermandad y las otras mafias enemigas aprovecharon la oportunidad para inculparla de todo. Está denunciada penalmente por más de 800 crímenes, además de negocios ilícitos. Sus cuentas en Italia fueron congeladas, sus tierras invadidas, la casa de Milán, Villa Regina y otras ahora son propiedad del estado.

Parece que mi estómago se dobla. Me siento en el sofá de golpe sin habla, mirando al vacío con el cuerpo ardiendo.

—No puede ser—Elena interviene después de un profundo silencio—. Tenemos que poder hacer algo.

—Es imposible detener las búsquedas. Ni siquiera podemos crear cortinas de humo. Ricardi obstruye nuestros planes. Los comerciales de televisión que sacó con el símbolo de la serpiente comiéndose a un águila inician la guerra formal de la mafia, la hermandad ya no nos protege, ha conseguido que todos nuestros antiguos aliados ahora estén de su lado. Ahora estamos solos.

—¿Y los rusos?

—Los rusos sólo desean apoderarse de Italia, también juegan en contra—Méndez respira hondo—, incluso son hasta más peligrosos que los clanes que la hermandad protege. Si el poderío aumenta ni siquiera Estados Unidos podría ser seguro. Tenemos que salir del país como sea esta misma noche.

—Bianca no está bien de salud—suma Elena—. Ella no puede arriesgarse a tener una batida en este estado. Adrián, él podría...

—Adrián tomó el poder de su clan, Elena—Méndez vuelve a intervenir—.No es confiable. Nunca ha sido confiable del todo.

Me pica la nuca del estrés, trato de inhalar fuerte presa del cansancio y agotamiento mental que he recibido en estos últimos dos días. Mis heridas no están bien del todo, he tenido que curarme yo misma hasta sacarme algunos puntos con los pocos recursos que tenemos; sin embargo, no nací para perder. No una leyenda.

—Saldremos adelante—me levanto de golpe—, como lo hemos hecho desde siempre. Aquí nadie se rinde, una Simone no baja la cabeza ante el fuego porque ella es mismísimo infierno que mata. Vamos a hacer sus malditas vidas miserables.

Ambos me sonríen al verme de pie trabajando. No puedo quedarme tranquila cuando el mundo está en mi contra tratando de cazarme.

Méndez organiza a mi tropa de más de cuarenta escoltas, todos tatuados con el símbolo del águila Simone, en una especie de laberinto de seguridad extrema que resguarda el área. Tanto las afueras como alrededores de la casa están cubiertas con un plan de escape en caso sea necesario.

Peligroso deseo © [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora