17. Desde adentro

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Este capítulo va dedicado a mi Sami por su cumpleaños ¡Feliz cumple mi Sami bella!

Se ven lindas pidiendo actualizaciones esperancitas, pero se olvidaron de votar. Hace tres dias llegamos, estoy aquí cumpliendo. Por favor, atentas. Mientras lleguemos más rápido mejor. Si no tengo mucho pendiente podria subir el capitulo en 48h. 1.7k de votos y 2k comentarios es la meta.

Disfruten que se viene lo sabroso.





"Cuando el corazón es el que dicta las palabras, hasta el cielo respeta los silencios en los espacios."

Adrián

Su silencio me inquieta, pero aún más la mirada agresiva que me manda. Suelto a Bianca cuando parece caminar hacia su lado, poniéndome en medio de los dos porque ese tipo no me da confianza. Su mirada de hielo me produce revancha, es tan silencioso como patético, levanta el mentón como si estuviese desafiándome.

—Quiero hablar con Bianca. —Impone, abro mis ojos de golpe ¿De dónde salió este enfermo? Mira a Bianca como si tuviese poder sobre ella, por lo que ladeo mi rostro en señal de advertencia.

—¿Y si no quiero? —Soy un poco más alto que él, pero tiene el cuerpo bien trabajado como si fuese una especie de espía camuflado. Choca su pecho contra el mío, Bianca entra entre los dos estirando sus brazos, perdiendo el control de a pocos aunque intente disimular.

—¡Basta! ¡Por favor! Rossi, vete. Yo te buscaré. —El hijo de puta la mira con deseo, paciencia y confianza. Hay una especie de complicidad entre ambos, la garganta me pica por la ira que empiezo a sentir.

—Te hice una advertencia —masculla contra ella—. No estoy jugando.

—¿¡Quién es este imbécil!? —Me siento un idiota al preguntar, porque claramente no hay una respuesta.

Entrecierro los ojos pensando, mi mente viaja lejos y evalúa las posibilidades. Un extraño pesar se forma en mi garganta; no es un improvisado, sabe calcular sus pasos y está bien armado. Tiene una five-seven en su bolsillo, arma que podría penetrar hasta chalecos antibalas; además de granadas y cuchillos camuflados en sus muñecas.

Exhalo, sus ojos se me hacen conocidos.

—Rossi, vete —le habla bajito, él le dice algo en clave que no puedo descifrar. No suelta la mano de Bianca y sé que lo hace al propósito. Cuando intento intervenir desaparece, ella voltea tan pálida que mis sospechas aumentan.

—¿Él es tu cómplice? —traga saliva, quiere abrazarme pero le sostengo las muñecas con fuerza dejándome llevar.

Maldita sea, no controlo mi ira. La aprieto de las muñecas sintiéndome un completo imbécil ¿A qué demonios juega ahora? Es todo lo que no necesito en mi vida y estoy frente a ella. Emano rabia hasta por los poros, no me gustó cómo esa rata la miraba, peor aún cómo ella seguía sus órdenes. Pega sus labios queriendo disipar mi enojo, curvando su sonrisa porque me veo como un perdedor patético. Trago hiel cuando la miro, pero a la vez su belleza me embelesa hasta los párpados. Entro en celo cuando posa sus ojos en mí de esa manera, pero me presiono las bolas para no caer ante su embrujo.

—Te lo diré, pero no ahora. —Se excusa.

Se siguen escuchando pasos, es Nicolini bajando con el pito de seda. Vuelve a intentar besarme, dejo que se acerque un poco más aunque aún tengo sus muñecas contra mis manos. Sus labios rozan los míos, los pasos siguen avanzando, la voz de Amalia se destella a lo lejos de igual manera y el prohibido deseo hace que sea más candente. Su pecho sube y baja, sus senos se alteran, muerde sus labios con sus dientes, pero cuando intenta besarme la suelto.

Peligroso deseo © [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora