EXTRA: UN RAYO EN LA TORMENTA - PARTE 1

67.4K 6.3K 4.3K
                                    




Un rayo en la tormenta - Parte 1.

━━ ∙✦∙ ━━

Las leonas rugen, incluso hasta a los mismos leones para proteger a sus cachorros.



━━ 💎 ━━


Bianca

Entramos al verano y el clima ha mejorado rápidamente. Noto los rayos del sol por mi ventana con más continuidad, además del canturreo de los pájaros rojos que suelen posarse cerca del árbol que está más cerca.

¿Mi humor? Mejor, aunque las noches siempre son duras. Al menos ahora me he dedicado a estudiar bien a Darío Ferrini, un empresario traficante conocido mundialmente por la organización de eventos de alto alcance y sus nexos con la policía nacional Italiana. Ante los ojos del mundo exitoso, ante la vista de la mafia: un idiota con suerte y nexos claves.

Es... interesante y no feo. Alto, rubio, de ojos psicópatas.

Debilidades: el alcohol, poder y la droga.

Entrenamiento: medio nulo, a las justas sabe manejar un arma.

Cualidades: ninguna. La foto que posa entre mis manos me muestra el candidato perfecto, un idiota con ínfulas de machismo extremo que lo único que quiere es hacerse notar, tirar mierda por montones y ligarse al pez gordo.

—Rossi—digo al teléfono, contestando apenas lo siento vibrar.

—¿Te llegaron los documentos? —me habla con paciencia.

—Sí. Jamás lo había visto, tiene cara de idiota.

Ríe. Su risa es algo que me acompaña. Hemos vuelto a tener contacto solo hace semanas, mi primer contacto con el mundo real después del encierro en este maldito convento.

—Solo habla de ti como la perra de la mafia a la que jamás pudo conquistar porque no hubo momento. Parece que te admira—se burla.

—Mm... —digo, sin opinar más—. Será fácil entonces.

—Está ansioso por verte y casarse contigo. Casi está todo arreglado ahora mismo, así que en dos semanas podrás estar fuera de ese lugar para volver como Alexa Ferrini.

Hago silencio. Dos semanas...

—¿No te anima la idea? —continúa—. No me vas a decir que tu alma se santificó y ahora quieres ser monja.

Suspiro poniendo los ojos en blanco.

—Tengo mis condiciones. Te las haré saber por mensaje. Código 3345, chip automático sin canal gps ni de recuperación texual. No voy a dejar que ese idiota tome decisiones en mi vida.

—Bianca... —suena tenso—. La hermandad te ha dado un jodido año, los ahijados de tu padre han tomado tus tierras y Villa Regina. No tienes dinero, todo se lo diste al maldito Méndez ¿Qué carajos? No estás en posición de reclamar nada.

—Estoy en posición de hacer lo que se me venga en puta gana. Dile a ese imbécil que o lo toma o lo deja, así de simple. Y también quiero que reúnas a mi fuerza personal, incluyendo a Méndez.

—¡¿Estás demente?!

—Solo hazlo, Giacomo—me siento incómoda, de pronto un cólico me ataca—. Adiós.

Inhalo fuerte, exhalo lento para calmar la ansiedad que traigo encima. Apago el móvil sacándole un chip especial de comunicación en clave que importamos de Arabia. Rossi no puede pisar Italia hasta que todo esté solucionado con Darío Ferrini, mi futuro marido, el único que puede abrirnos las puertas del infierno de nuevo.

Peligroso deseo © [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora