9. Explosión

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Holi, vengo a cumplir mi promesa. Una vez que llegaron a la meta de votos, en 24h, aquí tienen su capítulo. Así será a partir de ahora y hasta nuevo aviso.

❤️ Capitulo dedicado a la grandiosa Ruth, gracias por todo tu amorcito y por ser la presi del club de lectores de Perú. Aloviuuu.

Disfruten la lectura y lean la nota al final.😑






"Y aunque todo se fuera a la mierda, yo solo querría estar contigo". D.S



Adrián

17:00 horas, un nuevo día.

Intento no caerme de aburrimiento mientras todos los policías Italianos hacen su estúpida marcha a la patria. Los lentes oscuros que me puse horas antes ayudaron, sin duda, de otra manera habrían descubierto que me importa una mierda su ceremonia.

Aplausos. Todos aplauden menos yo cuando se sube la bandera.

Controlo mi ansiedad respirando de pocos en un breve lapso. Cruzo mis brazos para esperar el discurso del general mientras Ítalo solo me hace señas estúpidas que finjo no ver para no hacerle caso. Me pregunto dónde más quedaron sus complejos escolares baratos, izando una bandera que ni ellos mismos respetan. Italia se ha vuelto propiedad de la mafia desde hace muchos años, ellos mismos son quienes contribuyen a la porquería secreta.

—Ehm... señor Rostov—se acerca a mí el idiota—. Es necesario que bajes tus brazos y respetes la ceremonia.

No muevo ni un pito. Pasan segundos, prosigue:

—Señor Rostov, ¿está usted escuchando?

—Sí.

—Por favor, respete su bandera. —Continúa.

Poniendo mis ojos en blanco bajo los brazos para luego quedarme quieto. No me conviene quedar mal por ahora, así que decido acceder sin ninguna negativa. Ítalo posa a mi lado levantando la mano hasta la cien para saludar el paso de los militares mientras solo me rijo a mi posición absurda.

El himno. Seriedad. El himno.

Pasada una hora de ridículo extremo camino junto a los altos directivos hacia la oficina de mando, donde al entrar me aplaude un séquito de ocho adultos vestidos de terno.

—El gobierno está agradecido con usted, deseamos hacerle un reconocimiento.

Uno de los hombres se levanta para palmear mi hombro y luego ponerme una pequeña placa en el pecho ¿Qué carajos? Empieza un sermón extraño mencionando la bandera, Dios y la causa mientras me río por dentro.

Bastardo. Es Andrea Nicolini, un ex mandatario que estuvo coludido con la mafia de los Simone. Reconozco su rostro al instante, pero él no el mío. He cambiado un poco desde la última vez que estuve con ellos, ni siquiera sé si recuerdan aquella fiesta.

Nicolini viene de una familia adinerada gracias a la mafia existente de todos estos años. Entrecierro los ojos viéndolo como se ven a los traidores y puedo sentir que se incomoda. Permitió que muchos trabajadores del campo murieran a manos de los Riccardi. Podría jurar que era un espía en medio de los Simone en sus tiempos, pero por cobarde no perteneció a ningún bando.

Me extraña saber qué hace aquí siendo un vejete retirado.

—Orgullosos de tí, muchacho. Le has dado un golpe fuerte a la misma mafia negra. Intentamos dar con un botín así desde hace muchos años, estamos seguros que con tu ayuda podremos poner un alto a este tipo de fechorías.

Peligroso deseo © [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora