32. El peón y la reina

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Holi, las amo mucho. Perdón por la demora, aquí el capítulo que no quise soltar pero que es necesario. Lean la nota al final y compartan sus partes favoritas en el grupo e IG. Les debo un extra de Bianca donde se narrará una parte de lo que pasaron en los dos años de no verse.

Gracias a todas las cuentas que hacen edits de la novela, que me recomiendan, a los tiktoks y personas hermosas que son fans de la saga. LAS ADORO.

Tenemos cuenta oficial en IG @sagapeligro además de los personajes @BiancaSimoneoficial @AdrianPetrovaoficial y yo flordivento

Disfruten.


"Ojo por ojo, diente por diente"


Bianca

La tensión sube en mí hasta la cabeza. Puedo sentir cómo mis mejillas arden, los pulmones se me agrietan, la voz se me esconde ante la imagen de un pequeño de ojos azules y actitud traviesa.

Es... como un arma punzante que te quita la voz y el aliento. Su mirada engatusa, cala, engaña hasta llevarte a la locura. Brilla la bondad en su pequeño rostro, aunque en el fondo sea maldad pura. Aquella imagen cala en la mía como un arma punzante, amenazando el muro protector que creé hace más de 400 días.

Agoto mis últimas fuerzas desviando la mirada, mis manos empiezan a sujetar una copa de whisky, la misma que arde fuerte en mi garganta cuando la tomo.

—Vete. Quiero que te vayas ahora mismo.

—Bianca... —Elena jadea y esconde la foto.

—Necesito estar sola—suelto relajando mis músculos mientras mis ojos se enfocan en lo que hacen mis guardaespaldas fuera.

—¿Lo vas a regalar?

Vuelvo a dar otro sorbo de whisky. Puedo sentir que alguien se acerca y la adrenalina calienta mis orejas de golpe.

—Lo que haga o no nunca ha sido tu asunto. No quiero tener que lidiar con más problemas ahora. Necesito que te vayas.

Trato de mantener mi voz pausada, elegante, aunque un cuchillo imaginario arda por dentro. Ni siquiera puedo respirar con tranquilidad, hay algo en el pecho que me pesa, algo que me frustra y me hace mandar todo al carajo.

Los pasos se suman a medida que soy más consiente de mi realidad. Adrián entra junto a Méndez quien, al ver a Elena, tose nervioso. Sabe perfectamente lo que quiere y también entiende que no es un buen momento, así que la toma de los brazos para llevársela a la fuerza.

—Señorita Simone...

—Sí, vete —es lo que atino a decir entendiendo las palabras de Méndez. Mi humor es de perros, no me controlo lo suficiente cuando el carácter me domina.

Adrián la mira con recelo evaluando la situación como lo que siempre ha sido: un hombre inteligente. Tenso los dientes fingiendo que no pasa nada pero por dentro empiezo a experimentar el infierno mismo.

El silencio nos cubre, se pueden escuchar a los pájaros cantando fuera de la ventana.  Intento rehuír del dolor de cabeza que me produce el encuentro. Su imagen se estampa en mi mente, recuerdos, corazón y por más que trato de asimilarlo es como si me apretaran los pulmones.

—¿Qué mierda te pasa?

—Nada.

Camino hacia el otro extremo preparando las armas mientras me mira de arriba abajo. Tomo mi K19, cargo las balas hasta juguetear con los accesorios. Sostengo una servilleta y comienzo a limpiar cualquier cosa conteniendo el aire que se me va despacio.

Peligroso deseo © [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora