15. Jaque mate

110K 8.3K 7.3K
                                    




"Nunca fui más yo que contigo" D.S


Bianca

Sus besos son tan calientes que mi boca se incendia con solo tocar sus labios.

Se clava contra mí de forma apresurada, con la respiración contenida en la nariz como si el mundo se fuera a acabar en este momento. Separo mis labios dándole pasa su lengua, el jadeo que emite en un breve acto me excita, su olor me embriaga en todos los sentidos.

No puedo esperar, lo necesito dentro de mí ahora.

Mis manos exploran su pecho fuerte e intento abrirle la camisa pero no me deja. Me jala las piernas de un tirón hacia adelante entrelazándolas en sus caderas, apretando mi espalda con sus brazos musculosos para dejarme sin aliento.

—Adrián... —no tengo más opción que apoyarme con mis codos sobre la mesa. El bulto en su pantalón crece e hinca de forma exquisita. Quiero tocarlo pero no me deja, me tiene amarrada a su cuerpo.

—Eres más maldita que una serpiente—se queja en mi boca, su aliento caliente eriza hasta el último vello de mi cuerpo. Está enojado, se nota.

—Entonces no pruebes mi veneno—me separo sonriendo, sus ojos arden como la lava volcánica y no dice nada más.

Suelto una risita que termina en un pequeño grito cuando siento que me sube en su cadera buscando algún otro lugar. Sostiene mis nalgas con sus manos, puedo sentir cómo mi cuerpo se balancea en su encima. Mis senos rozan su pecho y sé que le arde, su lado posesivo y celoso se aprieta mientras devoro su boca sin sentido. Clava mi espalda contra la pared, el contacto me duele pero él hace que no me incomode. Nuestros beso suenan sin control, ardemos en el más bajo deseo y no me importa más que esto ahora.

—Hay alguien afuera —maldice, estamos cerca de la puerta, puedo sentir mi corazón latiendo rápido—. Es ese travesti —intuye a la perfección. Pasi debe estar grabando el asunto.

—Tenemos poco tiempo—le volteo el rostro hacia mí, él y yo sabemos lo que pasará si no nos apresuramos, así que aprieto mis caderas dándole entrada mientras sus manos recorren mis pechos.

—Te mataría, te mataría mil veces... balbucea furioso, pegando sus labios contra los míos sin besarme—. Maldita seas Bianca—su contacto me excita y no respondo, solo vuelvo a devorarlo.

Podría arder con mis labios porque no dejaré de buscar su boca. Nuestras cabezas calzan en perfecta sintonía ahondando un beso exquisito, la punta de su lengua baila de forma candente con la mía. No podría imaginar otro mejor beso, Adrián tiene todo lo que yo quiero. Se roza contra mí con angustia, desesperación, mirando constantemente a la puerta al escuchar los gemidos de Pasi y se fastidia.

—¿Sabes todo lo que quiero hacerte, niña? —sus músculos se tensan.

—Muéstrame —jadeo, pero deja de besarme.

—No aquí

—¿Qué?

—Ven conmigo al infierno —pea su nariz contra la mía balbuceando despacio—. Ellos entrarán; ese tipo de seda, tu amigo el travesti...

—Amalia —agrego con ímpetu irónica.

—Hagamos una tregua —su mirada quema—. Tú, yo, solos toda la puta noche. Sin rencores, sin trampas, sin pasado... solo presente. Solo esta noche.

No necesito pensarlo, correspondo a su beso agitada.

—¿Cómo saldremos de aquí sin que nos vean? —pregunto divertido, pero no hay respuesta en sus labios, sin que me de cuenta estamos huyendo.

Peligroso deseo © [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora