41. Titanes

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Quiero dedicar este capítulo a todas las lectoras que iniciaron Peligrosa atracción con emoción, que se quedaron aquí hasta el final, que con paciencia esperan mis capítulos y compran mis libros y, sobre todo, que creen en mí

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Quiero dedicar este capítulo a todas las lectoras que iniciaron Peligrosa atracción con emoción, que se quedaron aquí hasta el final, que con paciencia esperan mis capítulos y compran mis libros y, sobre todo, que creen en mí. Millones de gracias.

Feliz cumpleaños a las que cumplen en marzo. Feliz cumple Paty bella.

D I S F R U T E N





"Qué tendrá este amor que convierte a la gente en nadie." D.S

Adrián

El ardor del whisky en mi garganta en algo apacigua la furia letal que tengo. Golpeo el volante una y otra vez mientras manejo, subiéndole el volumen a la estúpida melodía de mozart para tratar de calmar mi mente.

«Es un infierno, un maldito infierno que no cesa»

—Adrián ¡No puedo seguirte si manejas tan rápido! ¡Vas a chocar! ¡Para!—Yamir habla por la radio de ondas especiales «RADO» de última tecnología que compré para evitar que nos espíen.

Está en otro auto siguiéndome pero me vale mierda lo que diga. Piso el acelerador con botella en mano, sin haber dormido, inyectado de tranquilizantes que lo único que han hecho es exacerbar mi amargura.

—¡Adrián! ¡Vas a chocar!

Un maldito trailer viene de frente y lo esquivo con astucia. Yamir se queda atrás y en el fondo quisiera no tener que ver la cosa que lleva con él ahora. Se me endurecen los dedos por la presión, sigo bebiendo y ardiendo, recordando toda la mierda y el engaño que me rodea.

Me vio la cara de imbécil todo este tiempo. Sus planes originales fueron quedarse con todo «¡¿cómo demonios no me di cuenta?¡» La veo cómo si fuese una serpiente venenosa, arrastrándose por mi cuerpo para esperar el momento indicado para picarme pero no le daré el gusto.

—¡Esci dalla macchina! «¡Baje del auto!»—grita por un megáfono un jodido policía Italiano, a quien le doy un tiro por la ventana para seguir con mi camino.

Prendo un cigarro con descontrol e ira fluyendo por todas mis venas. La nuca me pica por estrés, ni siquiera sé cómo carajos estoy soportando esta mierda. Debería matarlo y ya está, aniquilar todo rastro de ella y olvidarme que existe. No le daré armas para sobrevivir, no me va a venir a joder la existencia porque primero la jodo yo y se va todo al carajo.

Desvío el auto hasta un bosque en medio del camino chocando los bordes en árboles de mierda. Salgo sin poder aguantar más la asfixia, le disparo a pájaros que salen volando y luego me dedico a luchar contra lo que sea perdiéndome en la furia que guardo.

—¡Adrián!—la voz de Yamir me hace exasperarme, se estaciona de golpe para luego seguirme—¡Basta, Adrián!

Golpeo el árbol como si fuese box dejando un hoyo entre los pedazos de madera mientras mi mano sangra. Yamir me empuja para que pare, la sangre me fluye caliente y al verlo solo entro en posición de ataque.

Peligroso deseo © [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora