14. No me provoques

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Capítulo dedicado a Ana Reyes, gracias por amar la novela.

En el grupo de facebook hemos hecho una dinámica: "Conversación con los personajes" Ya empezaron las rondas de preguntas e interacciones de Adrián y Darío, viene Bianca y Amalia. Únanse. Se armó el desmadre.

Próximo capítulo a partir de los 1.5k de votos y 2k comentarios

Capitulo más largo por la demora. Disfruten.


"Jamás se va lo que queda abrazado al alma" D.S


Bianca

Piel canela, ojos marrones, labios rosados.

Mi diafragma se tensa cuando la miro, peor aún cuando él entrelaza su mano. Emito una sonrisa falsa para mantenerme quieta mientras la observo de arriba a abajo; de mediana estatura, delgada, bien dotada y con una actitud extraña que solo me deja en claro que sabe todo.

Correspondo a su saludo tensando los dientes, toma mi mano y la aprieta con fuerza. Intento calmar mi ansiedad, bloqueo ese lado de mí impulsivo, aunque no sepa muy bien cuánto aguante. Opto por seguir mi rumbo junto a Darío, la mesera nos indica el paso, los únicos asientos disponibles están uno junto al otro.

Maldita sea.

Estoy sentada justo en medio de Adrián y Darío, la otra tipa a su costado. Esto va a explotar en cualquier momento, los ojos de Darío no dejan de mirar a Adrián como si estuviese tirándole balas y viceversa. Algo en mi pecho se tensa, los presentes ignoran nuestras diferencias, empiezan una conversación estúpida y lo peor todo es que tengo que estar muy presente.

No voy a permitir que Nicolini tire todo a la basura, tampoco que saque más dinero. Me concentro en mi móvil apenas logro ver en la pantalla un mensaje privado donde me dan más datos de ese viejo pervertido. Sonrío.

—Que amena su compañia —Ítalo sonríe—. El señor Rostov y su prometida, además de los señores Ferrini. Bienvenidos sean.

—Gracias, es un gusto que nos hayan invitado. —Su voz aguda me irrita, intento desconectarme como puedo.

—Bueno, estamos aquí reunidos para debatir sobre un tema que nos ha traído a todos de vuelta: el narcotráfico, terrorismo, contrabando y el impedimento de ingreso al país de las fuerzas rusas. Es preciso decirles que lo último nos ha traído muchas pérdidas económicas —el viejo mira a Darío—, tenemos grandes industrias en Italia, así como abastecimiento de armas. No queremos tener más tensión con un país que ha sido nuestro aliado por años.

—Pienso que debería reconsiderarlo —Darío entona, habla entre líneas, el viejo le sonríe.

—¿Por qué? Aún no se ha comprobado que los rusos atentaron propiamente contra nosotros.

—Por supuesto que lo hicieron, infiltraron a un militar con las fuerzas Italianas.

—Parece que tuviera algún interés particular, señor Ferrini —Adrián agrega, el hijo de puta lo está disfrutando.

—¿Perdón? —responde alterado.

La tensión en la sala empieza a notarse. Nicolini observa muy bien a Darío, casi casi como si pudiera leer sus pensamientos. Su puño está tenso, no soporta la presencia de Adrián, en cualquier momento dirá una babosada y no puedo permitirlo, peor cuando está en juego nuestra cabeza.

Le doy atención cuando me mira, intento ser cariñosa aunque me muera por diabetes. Se calma cuando mis dedos acarician su brazo, no puede echar todo a perder, trato de susurrarle que se cauto y parece entenderlo.

Peligroso deseo © [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora